Palma Futsal afrontaba la final de la Champions League sin haber cosechado ninguna derrota en el torneo (2022/23) e invicto en el último mes. Sufrieron contra el Benfica, como era de esperar, pese a conseguir tres goles de diferencia. Casi ninguna ventaja es suficiente en fútbol sala, menos aún cuando enfrente está una de las principales potencias europeas. Sacaron adelante el partido y consiguieron el billete para el duelo decisivo ante el Sporting, que aplastó al Anderlecht sin piedad alguna (7-1).
Poca motivación hace falta en un contexto así, pero la afición iba a dar ese puntito extra que tan bien viene en momentos complicados. El respeto entre ambos fue la tónica de los primeros minutos, aunque poco a poco fueron llegando las oportunidades de gol. Antonio Vadillo, que puso el foco en el compromiso defensivo, optó por hacer pocas rotaciones y confió en las piernas de sus futbolistas más importantes. Luan Muller se erigió protagonista con intervenciones espectaculares.
Hubo que esperar hasta el 14' para ver en el tanto que abrió el marcador. Fue Mario Rivillos quien rompió la igualdad, si bien era Hossein Tayyebi el más incisivo. Se ponía de cara el encuentro en su intento por inaugurar un palmarés todavía vacío. La misión no iba a ser sencilla porque enfrente estaba un equipo con participación en seis de las últimas siete finales de la Champions. La experiencia y el poso son factores que suelen jugar un papel clave en estas citas.
Susto, prórroga y penaltis
Los portugueses dominaron tras el descanso, conscientes de que tenían que cambiar cosas para alcanzar la gloria. La defensa de los mallorquines dio un paso atrás, empujada por las intentonas de los lusos, y trató de ofrecer resistencia para salvaguardar el 1-0 y, a la contra, ampliar distancias. Palma tuvo varias de las ocasiones más claras poco después de salir del vestuario, pero el joven Zicky Té rebajó la euforia de la grada al establecer el 1-1 en el rechace de un córner (32').
Poco más de cinco minutos quedaban cuando Anton Sokolov puso el 1-2. Sin embargo, los árbitros revisaron la acción y lo anularon por un agarrón del propio ruso. Llegaron con más fuerzas al final los lisboetas, aunque nada cambió durante el tiempo reglamentario. Ya en el añadido, los de Vadillo sacaron portero jugador en una decisión valiente que tampoco evitó los penaltis. Muller paró el primero y se convirtió en el héroe de la noche. Antes del final se produjo una lamentable pelea sobre la pista.
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