A sus 40 años, Reina está hecho un chaval. De casta le viene al galgo, pues su padre, Miguel, también portero internacional, sigue muy en forma a los 77. Y ojo que el hijo de Pepe, a sus 12 añitos, también tiene hechuras de guardameta, jugando ya en la cantera groguet.
Fue, evidentemente, el del choque del Cádiz, un día grande para Pepe. Aunque estuvo en la Masía varios años y debutó con el primer equipo del Barça, perdió la pelea por la titularidad con Víctor Valdés y tuvo que emigrar. En Villarreal encontró su hogar y se hizo grande.
Pero para ganar títulos, para hacerse aún mejor, se marchó al Liverpool, donde se convirtió en una leyenda Red. Casi una década allí le sirvió para no caminar solo nunca. Cuando su etapa llegó a su término, probó fortuna en el Nápoles y luego se marchó al Bayern Múnich como suplente de Neuer.
No le valía, tenía aún fútbol en sus botas y regresó a Nápoles, voló a Milán y regresó a las islas para enrolarse en el Aston Villa. De ahí a la Lazio y vuelta a casa, a Villarreal. En principio, para cubrir las ausencias de Rulli. Con el traspaso del argentino al Ajax, se hizo con una titularidad que ya no ha abandonado y que le ha servido para ir sumando encuentros hasta llegar a los mil.
Sin olvidar, por supuesto, las 36 veces en las que defendió el marco de la selección española en la mejor época de La Roja. Hubieran sido más si no se hubiera encontrado a un tal Iker Casillas como competencia.
"Soy un privilegiado"
Ya con los mil partidos oficiales celebrados, Reina habló en los micrófonos de LaLiga. "Todos los partidos son un regalo. Es muy bonito, tengo mucha suerte y me siento muy privilegiado por hacer lo que me gusta, por seguir a este nivel con mi edad y tener a mi gente detrás durante todo este tiempo".
Un tiempo que se prolongará con casi total seguridad, como ha reconocido el propio portero. "Estoy encantado y el club lo sabe. Creo que ellos están igualmente contentos conmigo y es cuestión de días que se haga, si Dios quiere, y continuemos un año más. Muy feliz".