El objetivo de conseguir la primera posición y el billete para la final a cuatro de la Liga de Naciones estaba ya en el bolsillo desde que se supo que Suiza había ganado a Suecia. Daba igual lo que pasara a partir de entonces en Pontevedra, así como lo que ocurrirá el próximo martes en Málaga frente a las escandinavas, pero ni siquiera la consecución del objetivo justifica el episodio que se vivió en una segunda mitad esperpéntica y catastrófica.
Montse Tomé decidió hacer una doble modificación al descanso: Aitana Bonmatí -algo tocada- y Athenea del Castillo -autora del único tanto hasta el momento- eran las elegidas para abandonar el terreno de juego. Esther González, que recortó distancias más adelante al firmar el 2-3, y Lucía García, que había sido de la partida en todos los encuentros de la competición continental, reemplazaban a las dos futbolistas que crearon el 1-0.
La actual jugadora del Manchester United salió al césped a tiempo, al contrario que la delantera del Gotham, quien tardó algo más en incorporarse. Las campeonas del mundo empezaron en inferioridad numérica e Italia aprovechó esa situación para empatar el duelo por medio de Valentina Giacinti, que fue asistida por Arianna Caruso tras un grave error de Cata Coll en la salida. De una forma cuanto menos inverosímil, la pesadilla acababa de comenzar (Michela Cambiaghi y Elena Linari se encargaron de certificar la victoria de la Azzurra, que acabó sufriendo en los últimos minutos).
Mientras que Tomé pone el foco en Aitana porque "avisa tarde de que no puede continuar", Athenea contradice a la asturiana y cuenta en zona mixta que recibieron la información de los cambios "al principio de la charla" y que, por tanto, "habrá sido un error de cálculo". Son dos versiones contrarias de un asunto que sólo afecta a la estadística, pero cuyas consecuencias podrían haber sido mayores si las de Peter Gerhardsson hubiesen vencido.
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