Cuánto daño hizo al fútbol actual, y a los entrenadores en particular, aquella frase de "a entrenador nuevo, victoria segura". Nada más lejos de la realidad porque ni en el partido de debut ni en el resto de jornadas, los resultados mejoran ostensiblemente. Aun así, los directivos lo tienen claro cuando se trata de cambiar el rumbo. Los jugadores son activos, deportivos y económicos, mientras los técnicos son prescindibles y fáciles de echar. 

En LaLiga, con los ceses de Pacheta y de Diego Martínez, ya han sido siete los clubes que han cambiado de entrenador en el actual curso 22/23. 

Todo comenzó en la séptima jornada cuando el Elche prescindió de Francisco para volver a contar con el argentino Jorge Almirón, quien sería destituido en la 13ª por Pablo Machín, que a su vez perdió su trabajo en beneficio de Sebastián Beccacece en la jornada 26. 

El Sevilla, también en la séptima jornada, se cargó a Julen Lopetegui para dar las riendas a Jorge Sampaoli. La segunda etapa del argentino acabó abruptamente en la 26ª cuando lo suplió José Luis Mendilibar. 

El tercer equipo en cambiar de técnico fue el Villarreal, pero porque Unai Emery así lo decidió. El vasco se marchó a la Premier para dirigir al Aston Villa. Los de La Cerámica ficharon entonces a Quique Setién, aunque hubieran preferido no tener que cambiar. 

Sólo una semana después de la salida de Emery fue el Celta el que echó a Coudet para reeemplazarlo por el portugués Carlos Carvalhal. De momento, ha salido ganando con el cambio. Quizás el único en hacerlo.

Hubo que esperar al ecuador de LaLiga para ver otro adiós forzoso, el de Gattuso por un Valencia que dio las riendas a Voro hasta que confió la salvación a Rubén Baraja. 

Después de eso, han sido Valladolid y Espanyol, por este orden cronológico, los que han decidido buscar una solución a sus males rescindiendo los contratos de sus entrenadores. Se han quedado solos confiando en los mismos técnicos el Cádiz y el Almería, donde Sergio González y Rubi continúan teniendo crédito.