Si la Liga de Campeones fuese un reino, el rey absoluto sería el Real Madrid, el gran dominador, al que todos temen. Aquel que ose disputarle el trono puede sufrir una ira despiadada. Es por ello que sólo unos pocos se atreven a enfrentarse en un duelo cara a cara contra el gran monarca, que dispone de las mejores armas ofensivas y de una guardia pretoriana a prueba de cualquier ataque despiadado del enemigo. 

El Chelsea, un campeón que busca su corona, y su identidad, lo intentó disfrazándose de cordero. Pero en cuanto apareció el Madrid avasallando sus territorios, se rebeló como un contendiente con garras de acero, capaz de morder como una bestia salvaje. Joao Félix y Kanté mostraron sus fauces en apenas dos minutos, pero, especialmente el portugués, se encontró con un muro insalvable, el gigante belga, Courtois. 

Esos contragolpes de los Bleus fueron un claro aviso de que la contienda iba a estar más igualada de lo que se podía esperar, que iba a tener ritmo, intensidad, pelea, alternativas. Al Madrid le tocó avisar con un disparo sin ángulo de Benzema que atajó bien colocado Kepa. Pero cuando el galo empieza a aparecer, que tiemblen las retaguardias.

Benzema, el aniquilador

Y apareció, claro que lo hizo. Apenas superado el ecuador, un incisivo Carvajal rompió las líneas para sacar un centro peligroso que llegó a tocar forzado Vinicius, que obligó a Kepa a corregir, y que encontró a Benzema con el fusil cargado para perforar las redes londinenses. El rey rugió. 

Pero la enfervorizada afición blanca tardó sólo un minuto en sentir el miedo. James hizo un Carvajal, puso un balón al primer palo para que Sterling hiciese un Benzema y empatase a placer... salvo que el inglés se encontró con una mano imposible que hizo posible Courtois. ¡Qué portero, qué portento!

La justa era tremenda, bonita, disputada de poder a poder. Los de Lampard amenazaban con liarla en cualquier momento, sobre todo a base de robar y correr como descosidos buscando las cosquillas de un Camavinga con amarilla. Los de Ancelotti no amagaban, directamente probaban sus armas. Vinicius, Rodrygo, otra vez Benzema. Todos a por Kepa. Así llegamos al descanso, con ese 1-0. 

Chilwell, expulsado

Tras el regreso al campo de batalla, las tornas cambiaron. Era el Chelsea el que ya no se escondía sino que proponía, y el Madrid el que esperaba. Pero ahí, con espacios, el rey se siente más fuerte aún. Modric ya lo dejó claro con la escuadra y el cartabón.

Luego, fue Rodrygo el elegido para ejercer de capitán al mando de las operaciones de vanguardia. A la primera le pudo frenar un inmenso Koulibaly. El francés se jugó el tipo, salvó su bandera, pero cayó en el intento y tuvo que marcharse lesionado. En la siguiente del brasileño provocó la expulsión de Chilwell cuando ya cavalgaba en solitario hacia Kepa. 

Asensio, lo que toca lo convierte en gol

Con uno más, no hacía más el Madrid que atacar y atacar. No hay piedad del rey de Champions, menos aún cuando el contendiente muestra valor. E insistió en espera de cualquier error. Llegó en el 74 con un Asensio que está casado con el gol. Sacó rápido Modric a Kroos, se durmió la defensa Blue ante Vinicius y este encontró a un Asensio que no se lo pensó para soltar su zurda y firmar el 2-0. Ajustado, imparable. 

Pudo matar definitivamente el equipo merengue al Chelsea. Lo tuvo a merced hasta el final. Incluso el gran capitán, Benzema, tuvo el tercero, pero se tuvieron que conformar con esos dos tantos de ventaja con los que intentarán conquistar Stamford Bridge en su camino para mantener un año más su reinado en Europa. 

Jugador Flashscore del partido: Vinicius (Real Madrid)

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