El comienzo que protagonizó el Sevilla en Montilivi bien podría haber provocado un paro cardíaco a Jorge Sampaoli, un entrenador que vive cada partido como si fuese el último, más o menos con la misma intensidad que cualquier adolescente que se pone al frente del equipo de sus amores en la consola con una carrera virtual hacia la gloria, muchas veces desde un origen bastante humilde.
Los cinco minutos iniciales fueron un buen reflejo de la temporada actual: Fernando Reges cometió errores de benjamín en la salida de balón, Yassine Bono salvó el 1-0 para privar el gol a su excompañero Cristhian Stuani y Tanguy Nianzou entregó el regalo de Reyes tardío a Iván Martín con un pase horizontal que no aprovechó el ex del Deportivo Alavés porque su estética vaselina acabó por encima del larguero. Un sinfín de errores y circunstancias que no tuvieron ninguna incidencia en lo que al resultado se refiere.
Sin que nadie lo esperara
Loïc Badé, que debutaba como titular, debió pensar que dónde se había metido pese a la última victoria contra el Getafe. Porque la realidad es que no se puede entrar peor a un partido. Pero el fútbol es caprichoso, por eso cuenta con tantos adeptos, y tenía guardada una sorpresa. Y es ahí cuando apareció la figura, otra vez, de Nianzou, que, como un niño cuando ve llegar la tarta en su cumpleaños, siguió el balón enviado por Ivan Rakitic, saltó por encima de Oriol Romeu y remató de cabeza con eficacia (13').
Rodrigo Riquelme lo intentó con su talento y Rafa Mir, menos habilidoso, hizo lo propio para tratar de hacer buena su condición de delantero centro. Se ganó la titularidad con su gol contra el equipo azulón pese a salir desde el banquillo, aunque este sábado estuvo menos afortunado en tierras catalanas, donde se reclamó un penalti en el minuto 43 por una presunta mano de Joan Jordán después de que el portero visitante, cuya vuelta a Girona era una de las noticias más destacadas, evitara el empate.
Misma actitud y diferente resultado
Tras el paso por vestuarios, los anfitriones emularon el fulgurante inicio de la primera mitad, esta vez con muchísima efectividad. Toni Villa sirvió un pase fantástico al área para que Stuani, como buen delantero que es, pudiera batir sin control mediante a un Bono que parecía imposible de superar. La reacción tardó otros tantos segundos en llegar porque Marcos Acuña estuvo cerca de provocar que David López marcara un autogol en una acción que concluyó con una media chilena de Mir que no tocó la red.
El partido estaba muy abierto y ninguno de los dos renunciaba a la victoria, pero el 1-1 provocó un empuje moral para el cuadro local, muy valiente en la segunda mitad con presiones en campo rival. La peor noticia la protagonizó el mencionado zaguero D.López, que se lesionó a la hora de juego y tuvo que dejar su lugar a Bernardo Espinosa, un cambio que no tuvo ninguna incidencia en la actitud del Girona, en busca de los tres puntos para alejarse de la zona peligrosa.
Un error letal
Yangel Herrera sorprendió en una de sus inesperadas llegadas y acarició el segundo, aunque más cerca estuvo el ariete charrúa, que buscaba el doblete en un remate fallido cuando casi se celebraba el gol. Jugadas como esas enervaron a Míchel porque el Sevilla pudo encontrar espacios a la contra y también trató de aprovechar los errores del rival, ya fuese en la salida de balón o en las marcas a balón parado, tal y como llegó el 0-1.
De nuevo Nianzou, protagonista por lo bueno y por lo malo, salió en la foto principal tras sucumbir a la presión de Valery Fernández, quien aprovechó la mala situación corporal del ex del Bayern , que recibió un peligroso pase de su portero y no fue capaz de salir airoso. El balón le cayó a Herrera, un jugador que tiene el don de saber estar en el lugar adecuado y que, por supuesto, no iba a dejar pasar la oportunidad de firmar el tanto de la remontada (88') cuando se daba casi por hecho el reparto de puntos.
Jugador Flashscore del partido: Cristhian Stuani.
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