Corre el peligro de que cuando uno espera algo con grandes expectativas se pueda llevar una enorme decepción. Con el debut de Brasil en el Mundial, así pareció que iba a ser después de una primera mitad en la que Serbia, con Vanja Milinkovic-Savic bajo palos, frenó en seco a los Neymar, Vinicius, Raphinha, Richarlison y compañía.
Pero los partidos duran 90 minutos y aguantar semejante potencial, por mucha disciplina táctica que tengas, es prácticamente una utópica heroicidad. Una hora es lo que los entusiastas serbios aguantaron. Fue Richarlison quien ejecutó el derribo balcánico, especialmente con un segundo tanto que podría ser ya el gol del Mundial. Así de rotundo, aunque ya llegaremos a eso.
Porque antes, durante la primera mitad, los delanteros de la pentacampeona no estuvieron cómodos. El plan de Serbia, con intensidad, agresividad y una competitividad adherida a su adn funcionaba a las mil maravillas. Cierto que, con Vlahovic en el banquillo, Tadic y Sergej Milinkovic-Savic no pudieron generar peligro. Alisson fue un mero espectador. Pero tampoco sufrían los europeos, y eso, de momento bastaba.
Vinicius y Neymar, anulados
Vinicius y Neymar tenían siempre a tres rivales atosigándolos como bulldogs. Si se hubieran ido al baño, allí que se habrían encontrado a los mismos defensores. Eso dejaba a Raphinha más libre en la derecha, si bien apenas pudo crear peligro en una pared con Paquetá que el barcelonista acabó con un pase al portero en vez de con un disparo.
Poco antes, en un córner, Neymar estuvo a punto de anotar un gol olímpico que salvó el otro Milinkovic-Savic, Vanja. El portero, nacido en Orense -su hermano, Sergej, en Lérida- también estaría monumental cuando detuvo un lanzamiento lejano de Casemiro. O cuando le robó el caramelo del gol a Vini. Un pase interior de Thiago Silva rompiendo dos líneas de una tacada dejó solo al madridista, quien no acertó a rematar ante la imponente salida del meta. Como que le dio miedo meter el pie al extremo.
Pareciera con estas acciones que los brasileños fueron un tormento atosigador, un vendaval. Lo serían, mas en la segunda mitad. Esto eran solo juegos artificiales, preparándose para la verdadera munición que utilizarían en la segunda parte.
El vendaval iba a llegar... y llegó con Richarlison
Ahí sí se vio a la verdadera Brasil, a la que todo el mundo espera y todo rival teme. Volcados en ataque, fue un no parar hasta que por fin llegó el gol. Tardó 62 minutos, pero cuando lo hizo se destapó la caja de Pandora. Fue Richarlison quien aprovechó el rechace de un disparo seco de Vinicius que despejó como pudo Vanja. La parada fue buena, pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
Con el 1-0, los serbios intentaron adelantar líneas, pero rápidamente tuvieron que plegarse porque la goleada rondaba en el ambiente. Apenas diez minutos después del primero, llegó el segundo, una obra de arte, una maravilla. Vinicius, con el exterior, encontró a Richarlison. Y este no tuvo otra cosa que controlar el balón, dejarlo parado en el aire, girar 90 grados y conectar una volea que besó como nunca las mallas. El golazo del Mundial, como decíamos antes. Qué belleza de precisión, elasticidad, acrobacia y ejecución para dejar encarrilado el triunfo.
Aún podría haber llegado un tercero, obra de un Casemiro que estrelló su latigazo en el travesaño. Se lo merecía Brasil, si bien también habría sido un duro golpe para los serbios después de su excelente primera mitad. Golpe, por cierto, que podría sufrir Neymar, que abandonó lesionado el césped.
Lo que queda claro es que los pentacampeones no han llegado de vacaciones a Catar. Quieren la sexta estrella y no cejarán en su empeño.
Jugador Flashscore del partido: Richarlison.
Todos los detalles y datos del Brasil-Serbia, en flashscore.es