Muy pronto se le pusieron las cosas de cara al Rayo. Tras unos minutos de tanteo mutuo, Álvaro García sacó un buen centro, habitual en él, hacia el corazón del área, justo donde esperaba Comesaña para controlar y batir a Mamardashvili. Que el centrocampista vallecano se quedara solo para estrenar el marcador, solamente se puede explicar porque o se había rociado con un repelente antipersonas o es que Cenk Ozkacar olvidó qué es ser un buen central. Un flan tenía más estabilidad que el turco, al que se lo comían los nervios.
El Valencia se desesperó y se sobreexcitó. Quiso empatar pronto, pero se encontró con un Rayo bien ubicado, que realizaba una coordinada presión y que le obligaba a jugar con rapidez. Traducido, que los de Baraja perdían muchos balones por falta de precisión. Se jugaba, pues, a lo que los de Iraola querían, mientras los ché protestaban todo. Dame paciencia, pedía el árbitro, Vázquez Figueroa.
¿Es un pájaro, es un avión?
Hasta que apareció Kluivert. El neerlandés es una bala, un misil, el único capaz de agitar el partido por sí solo. Los primeros intentos para buscarle acabaron en fuera de juego. Pero Gayà sí lo encontró entrando en el segundo palo y ganando la posición a otro velocista como Fran García. Sólo el poste impidió que Dimitrievski tuviera que recoger el balón de su portería.
Esa oportunidad espoleó a los locales y obligó al meta macedonio a jugar incluso más lejos de su meta para neutralizar la velocidad de Justin. Gracias a ello consiguió llegar por un suspiro a un balón que hubiera dejado solo al valencianista. Pero era Kluivert el único peligro real para un Rayo que seguía amenazando con la clase de Isi. Qué zurda la del murciano.
Un Valencia más incisivo
Tuvo que leer la cartilla Baraja a los suyos para refrescar las ideas y renovar la fórmula para generar más ocasiones. Y surtió efecto porque las oportunidades comenzaron a aflorar para los de Mestalla, especialmente por la banda del capitán. Lino, Cavani o incluso Diakhaby rozaron el tanto. Pero el gol seguía sin llegar, a veces por falta de puntería y otras por la intervención del meta rival.
La segunda mitad era un monólogo valencianista en el que embotellaron a un Rayo que intentaba achicar agua como podía, que sufría porque le llegaban centros una jugada tras otra. Dimitrievski se ganó el sueldo y hasta un bonus salvando un par de goles cantados, sobre todo un remate de Kluivert en el área chica que casi se cantó como gol.
Las manos... cuáles se pitan y cuáles no
Lo merecía el Valencia, desde luego. Y terminó llegando de penalti por mano de Balliu, que no se lo quería creer. Menuda polémica. Cómo no, lo tiró el de Países Bajos y... qué gran disparo que no quiso ver su entrenador. Ay, los nervios del Pipo.
Aún quedaban 10 minutos para el final. Había tiempo para todo... y no todo positivo para el Valencia. El Rayo, que se protegió con tres centrales en esos instantes de acoso, en cuanto se volvió a soltar demostró que podía haber jugado a otra cosa en la segunda parte. No le hizo falta demasiado para que Salvi se encontrase un balón suelto en el área y obligara a Mamardahsvili a vestirse con su habitual capa de héroe despejando el balón a córner.
El choque acabó en el otro área, con los ché empujados por su afición. No fue suficiente para deshacer las tablas que, en todo caso, les sirven para salir del descenso mientras que a los franjirrojos se les queda lejos, ya a siete puntos, la sexta plaza.
Jugador Flashscore del partido: Justin Kluivert (Valencia).
Todos los detalles del Valencia-Rayo Vallecano, en Flashscore.