Tenían los vitorianos la posibilidad de, metafóricamente, matar dos pájaros de un tiro -que me perdonen los animalistas- dejando casi sellada la clasificación para la repesca y, de paso, asegurarse de que los turcos no podrían ya alcanzarles en la tabla.
¿Qué hicieron entonces? Invitar a los turcos a un festín, dándole todo tipo de facilidades en forma de pérdidas y fallos en el tiro exterior. Regalos que no iba a desaprovechar, entre otros, un viejo conocido. La tan manida ley del ex que castiga a aquel equipo que dejó escapar a un buen jugador. Quien se tomó la justicia por su mano fue Shane Larkin, que anotó 28 puntos con 5/9 en triples, contando con la ayuda de Clyburn, autor de 20 puntos. Su criptonita no pudo ser un Markus Howard que se quedó sólo en 15 con un horrible 1/8 en lanzamientos lejanos. Así no hay quien pueda.
Como tampoco lo hay cuando dejas que el rival te meta en los diez primeros minutos 32 puntos. Y por mucho que reacciones y llegues al descanso vivito y coleando (45-49), el sobreesfuerzo, a estos niveles, te termina pasando factura.
Ahí estuvo ese 2-18 en el tercer cuarto que hizo superar por vez primera los 20 puntos de ventaja para el Anadolu (49-70). Estaba clara ya la derrota, la cuarta consecutiva, pero se esperaba, al menos, un maquillaje en el electrónico, aunque fuese por decoro ante sus aficionados. Pues ni por esas.
El Baskonia fue incapaz de recortar lo suficiente y terminó hincando la rodilla por 76-97 ante un enemigo que llega en gran forma, habiendo ganado cuatro de sus últimos cinco encuentros. Para hacérselo mirar porque, aunque los otros resultados le mantienen con dos victorias de ventaja a falta de dos jornadas, aún deberán esperar para certificar su presencia en el play-in.
Centro de estadísticas del Baskonia-Anadolu Efes.