En un ambiente hostil como nunca, con récord de 49.741 espectadores, con billetes falsos de 500 euros volando por las gradas de San Mamés, el Barcelona tuvo que aguantar las embestidas iniciales de un Athletic que realizó, sin premio, un impresionante despliegue físico durante la primera mitad.
Había avisado Valverde que tenía que pensar cómo presionar en bloque alto sin dejar vendida su defensa. Y a las primeras de cambio, Sergi Roberto encontró una autopista con la que conectó con Ferran. Por poco no atinó con la portería. Desde entonces, De Marcos y Balenziaga, los laterales, tuvieron prohibido subir.
Así que los leones retrasaron unos metros su presión y buscaron la verticalidad de los Williams. La orden era disparar en cuanto se pudiera. Así lo hicieron Nico Williams y Berenguer, este con una chilena desde su casa que, de haber entrado, hubiera sido el golazo del año. Se fue por poco.
¿Quién se acuerda de Unai Simón?
No se hizo esperar la respuesta de un Barça que también buscaba el robo en las proximidades de Agirrezabala. El joven cancerbero estuvo providencial para detener a Lewandowski en el mano a mano tras una recuperación de De Jong. Extraordinario Julen.
La cabecita de Gavi...
La intensidad en ambos era brutal. Cada acción se disputaba a vida o muerte. Gavi casi pierde la cabeza, literalmente, cuando se tiró en plancha a ras de suelo para recuperar un balón en medio campo. Habría que decirle al joven internacional que el césped, por muy mojado que esté, no es un tobogán acuático porque puso en riesgo su propia integridad. Luego lo hizo otra vez.
No había tregua. Sólo faltaba el gol para hacerlo todo más completo, más bonito. Lo tuvo Iñaki Williams en sus botas, pero Ter Stegen respondió de maravilla. Y Raúl García, quien sacó astillas del larguero a la salida de un córner. Pero de los huy del Athletic se pasó al gol con suspense de Raphinha. El brasileño, solito como si se hubiera echado un repelente, aprovechó la asistencia de Busquets para cruzar un rempate imposible para el portero. Parecía fuera de juego, pero el VAR corrigió a Gil Manzano para desdicha bilbaina y gozo barcelonista. Así se llegó al descanso con ese 0-1 y el público de uñas, sin razón, contra el árbitro.
El Barça no cierra los partidos... pero el VAR le ayuda
Tras la reanudación, tardó casi media hora el Athletic en volver a mirar a los ojos a Ter Stegen. Las piernas no respondían como antes, así que tuvo que esperar a los cambios para intentar el empate. A eso y a que el Barça no cerrara el partido, ya es costumbre, por perdonar ocasiones como un cabezazo de Lewandowski. Pero todos los intentos bilbainos se estrellaban en el portero alemán. Su intervención fue decisiva para que un disparo de Berenguer se estrellase en el palo. Nico se desgañitaba pidiendo el balón que hubiera sido gol sí o sí, pero su compañero quiso ser héroe. También lo pudo ser Muniain, pero otra vez el germano homenajeó a Iríbar para negarle el gol.
Mas la insistencia del Athletic tuvo su premio... aunque sólo durante tres minutos. Un robo de balón y una asistencia al espacio dejó a Iñaki Williams ante Ter Stegen. El león ghanés por fin batió al alemán... pero Gil Manzano anuló el gol por una mano de Muniain en la arrancada. Entre el antebrazo y el hombro, que tocó en ambos, el ábitro y el del VAR decidieron lo primero y dejaron el 0-1.
Con el orgullo herido, los rojiblancos se dejaron el alma para empatar. A Koundé se lo impidió Yuri y a Guruzeta, Marcos Alonso. Ambos en la misma jugada, ambos casi en línea de gol. Increíble no haber anotado en esas acciones. Estaba claro que iba a ser imposible marcarle al Barça, así que valió el gol de Raphinha para que los catalanes sumaran un nuevo triunfo y encaren el Clásico con 9 puntos de diferencia sobre el Real Madrid.
Jugador Flashscore del partido: Ter Stegen (Barcelona).
Todos los detalles y estadísticas del Athletic-Barcelona, en Flashscore.