De estar a punto de ser partícipe de una sesión a afianzarse en la titular del FC Barcelona. De vivir entre la crítica por costar más de 100 millones a convertirse en campeón del Mundo con Francia en el 2018.
De no tener claro su futuro a renovar por dos temporadas con el club catalán.
Incomprensible. Esa palabra se ajusta a la definición de Ousmane Dembélé (25). El campeón del Mundo vive su mejor etapa como futbolista del Barcelona. Después de cuatro temporadas llenas de polémicas, excesos y lesiones, el francés empieza a exhibir su verdadero rostro.
Las gambetas, la velocidad y la entrega forman parte de las cualidades que han transformado a Dembélé en una de las piezas clave del sistema blaugrana. Este miércoles, por ejemplo, marcó el único tanto de los catalanes ante la Real Sociedad. El gol fue más que suficiente para enviar al Barça a las semifinales de Copa.
Dembélé es un jugador nuevo. Xavi encontró el lugar del francés. El deportista responde con creces. En la presente campaña disputó 28 partidos, marcó 8 goles y entregó 7 asistencias. Poco a poco se acerca a su mejor marca como culé (14 goles y 8 asistencias en la 2018-2019). Su papel en el equipo es diferente.
Este miércoles, las gradas del Camp Nou elogiaron al extremo cuando Xavi optó por sustituirlo en lugar de Ansu Fati. La ovación es más que merecida. Dembélé, acostumbrado a los chiflidos y las críticas, ve cómo su trabajo influye en el frente de ataque del Barça.
El club es puntero de LaLiga. Está en semis de Copa. Mantiene el pulso en la disputa de la Europa League. El Barcelona no recuperará los más de 100 millones que invirtió por el galo en el 2017. Sin embargo, puede que con el tiempo Dembélé termine de encajar en la Ciudad Condal. La hinchada necesita a un futbolista como él. Sorpresivo, brillante, problemático. Él necesita de un club como el Barcelona para brillar, así como lo hizo en Dortmund y en la selección francesa.
La mejor noticia del Barça es la buena hora de Dembélé. Le ayuda a no depender tanto de Lewandowski.