El Inter, en una temporada que hasta hace unas semanas parecía nefasta, podría anotarse un triplete imprevisible en vísperas de este año: uno de finales que convertiría el año en uno de los mejores de la historia, incluso sin ganar el Scudetto.

Los nerazzurri, de hecho, con el éxito de hoy sobre la Juve 1-0, en la ida había terminado 1-1 con polémica y bronca final, han llegado a la final de la Coppa Italia, donde se enfrentarán al ganador del Cremonese-Fiorentina.

Su segunda final de la temporada, tras el 3-0 en la Supercoppa Italia, fue contra sus primos milaneses, que serán sus próximos rivales en los dos partidos más importantes del año, las semifinales de la Liga de Campeones. Dos partidos que podrían abrir de par en par las puertas de la tercera final de la temporada.

Frente a una Juve privada de Vlahovic, Inzaghi confió en Edin Dzeko en ataque, en lugar de Romelu Lukaku (favorito en la víspera del partido), y el croata no decepcionó, realizando un partido de enjundia y sacrificio.

Pero fue Nicolò Barella quien volvió a dibujar una sonrisa en el rostro del entrenador del Piacenza cuando, en el minuto 15, se inventó una jugada de número uno, encontrando a Federico Dimarco en el área al borde del fuera de juego y encontrándolo delante de Mattia Perin.

Un gol que no cambió el partido. Tras la ventaja de los nerazzurri, la Juve intentó llevar el dominio, hasta entonces en manos del Inter, pero sin llegar a crear peligro. Ni siquiera en la segunda parte, cuando Massimiliano Allegri intentó dar más peso a su equipo introduciendo a Arkadiusz Milik.

Siempre fue el Inter el que se hizo más peligroso con Dzeko, pero también con Henrikh Mkhitaryan: y si en el primer caso fue el VAR el que salvó a los bianconeri anulando el gol del croata, en el segundo episodio fue Perin el que se elevó a lo más alto, atajando magníficamente el insidioso disparo del armenio.

El éxito sobre la Juve da al Inter su segunda final consecutiva de la Coppa Italia. El año pasado ganó el trofeo contra la Juventus.