Las desconexiones de Eder Militano no son una novedad. El brasileño, al que gran parte de la prensa española calificó como “el mejor central del mundo”, pasa por un bajón de rendimiento. En la llave contra el Chelsea vio una tarjeta amarilla que le impedirá participar de las semifinales contra el City. En Liga, ha regalado goles contra el Girona y, este martes, le ha brindado el primero a la Real al dejar un pase atrás incómodo para Courtois.
Militao, en líneas generales, no es el culpable de la penosa situación que vive el Real Madrid. El antiguo jugador del Porto, sin embargo, expone un grado de responsabilidad en la derrota de San Sebastián. Es distraído, llega tarde a los cortes y, en los momentos de tensión, es impredecible: puede realizar un partidazo, como lo hizo ante el Barça en el Camp Nou, o, por el contrario, no consigue encontrar su máximo nivel, como pasó contra el Girona y ante la Real Sociedad.
Juego colectivo
El triunfazo de la Real Sociedad ocurre por un gran mérito colectivo. Los dirigidos por Imanol Alguacil demostraron en casa que son uno de los equipos que mejor fútbol juega en LaLiga. Actualizado, con una presión alta asfixiante y efectivo. Los componentes tácticos que despliega el cuadro txuri-urdin son amplios.
Kubo, por ejemplo, ha dejado algunos detalles que, como era de esperarse, despiertan una doble sensación en el madridismo: por un lado, una fracción quiere su regreso a la plantilla; por el otro, un segundo grupo prefiere que continúe lejos del Bernabéu mientras toma experiencia.
La Real Sociedad se quedó con un porcentaje de los derechos deportivos de Kubo y cerró la firma del jugador hasta el 2027. Con la edad avanzada de Kroos y de Modric, el mediocampo empieza a solicitar un relevo. ¿Encajaría el japonés en el sistema del Real Madrid?.
La noticia mayúscula que ofrece la caída del Real Madrid en San Sebastián es el adiós definitivo a LaLiga. El torneo doméstico es de un solo color. Ha sido así desde que los blancos retomaron labores tras el Mundial. El desempeño de los merengues es paupérrimo en la competición nacional. La Copa será un aire en caso de ganarla. La Champions, en este punto, es una obligación más que una necesidad: perder contra el City supondría una mini revolución. El mismo Ancelotti lo dijo. Si no gana la Copa de Europa, su futuro está decidido.