El Barcelona puede ponerle el broche a la temporada continental con una victoria. Lo que ocurra en Kaunas este domingo (16h00 CET) no va a servir para ocultar la tremenda decepción tras la derrota frente al Real Madrid en las semifinales. Perder un clásico nunca es bienvenido, tampoco en un amistoso, pero hacerlo en un contexto tan decisivo e importante es todo un drama para una entidad que persigue este título desde hace 13 años, cuando se impusieron al Olympiacos, ahora finalista.
La entidad catalana va a reducir la partida presupuestaria en la sección de baloncesto y eso, en principio, complica la tarea por volver a conquistar la Euroliga. Nikola Mirotic, el mejor pagado de Europa, dejó en el aire su continuidad tras una pésima actuación. Teniendo en cuenta la situación económica del club, hay motivos de sobra para pensar que se concrete el adiós de un jugador con una importante trayectoria en la NBA (Chicago Bulls, New Orleans Pelicans y Milwaukee Bucks).
El buen hacer hasta la Final Four (factor cancha en la fase regular y 3-0 en cuartos contra Zalgiris) invitaba a pensar que este año podía ser el bueno para los culés. Dominaron en el marcador ante el Madrid durante un gran tramo del choque, pero Walter Tavares y Sergio Rodríguez lideraron la remontada -menos épica que ante Partizán de Belgrado- para conseguir el billete de cara al duelo definitivo. Golpe durísimo para un equipo que aún puede salvar la temporada vía Liga Endesa.
El Mónaco, por su parte, dejaron muy buenas sensaciones a lo largo el curso y se ganaron el derecho a estar en semis. Tenían un durísimo escollo enfrente, el Olympiacos, pero dejaron pasar una oportunidad fantástica (29-41 al descanso) y fueron humillados en el tercer cuarto con un atípico y espectacular 27-2. También afrontan este envite con la sensación de haber podido luchar por la corona y tendrán que conformarse, si vencen, con un bronce que apenas consuela.
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