Era el día de demostrarle al mundo del bádminton que Carolina Marín había vuelto para seguir dando guerra. Y eso sucedió. En el Stade Pierre de Coubertin de la capital francesa, la española dio un recital que recordó a gestas pasadas como la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016, entre otras muchas.

Su rival, la japonesa Akane Yamaguchi, llegaba en una racha triunfal en la que había ganado 15 de sus últimos 16 partidos, incluido uno ante la propia Marín en los cuartos de final del pasado Mundial en agosto, lo que la había confirmado como la mejor del mundo.

La de Huelva, en el sexto puesto de la clasificación de la BWF, había subido claramente su nivel en este Abierto de Francia, donde no había perdido ni un solo set, y Yamaguchi tampoco pudo inquietarle. En el primer parcial, Marín quiso poner las cartas sobre la mesa desde el primer punto y arrancó con un parcial de 7-0. La asiática se recompuso para igualar a 12, pero de nuevo Carolina apretó para llevarse el primer asalto por 21-14. 

La segunda manga estuvo más igualada. La japonesa se puso 8-6 por delante, momento en el que la hexacampeona europea y tricampeona mundial, en otra de sus habituales rachas, ganó diez de los siguientes 12 puntos para ponerse 16-10 arriba. Pese a los intentos de remontada de la número uno, que se llegó a poner a dos tantos salvando tres puntos de partido (20-18), Marín dio el empujoncito final para llevarse la semifinal y clasificarse, de este modo, a su segunda final del año, donde se medirá a la ganadora entre la taiwanesa Tzu Ying Tai, en el segundo puesto del ranking, y la china Bing Jiao He, en el octavo.

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