Morata no lo ha tenido fácil nunca. Acostumbrado a las críticas y a las faltas de respeto casi desde su paso al profesionalismo, ha sabido construir una coraza que le ha aislado del negativismo y el ambiente tóxico externo para crear un hábitat de confort junto a su familia y su gente. Ese paraguas protector le ha generado la confianza necesaria para seguir remando contracorriente y salir airoso. Su evolución ha sido permanente y a los 30 años ha alcanzado su madurez plena como futbolista. Resulta inconcebible que a un delantero que ha jugado en Real Madrid, Chelsea, Juventus y Atlético de Madrid (con los que ha marcado 200 goles) y que ha sido internacional en todas las categorías de la selección española (logrando 64 tantos) se le siga cuestionando, pero doctores tiene la Iglesia.
El madrileño debutó con la absoluta el 15 de noviembre de 2014. En ese encuentro, España se midió a Bielorrusia en Huelva en un partido correspondiente a la clasificación de la Eurocopa 2016. Desde entonces, Morata, a pesar de los “haters”, ha ido sobreviviendo y triunfando con los distintos seleccionadores. Del Bosque, Luis Enrique y De la Fuente han confiado plenamente en él, igual que Simeone en el Atleti. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. En un verano intenso, con propuestas de Inter de Milán, Roma, Milán, Juve y Arabia Saudí, Álvaro ha priorizado seguir en su remanso de paz, donde ha alcanzado el culmen de su trayectoria profesional y de su vida personal.
Clave para Simeone y capitán de La Roja, el "7" del equipo de todos es ya el quinto máximo goleador en la historia de la selección española con 33 goles, a dos de Silva, a 5 de Torres, a once de Raúl y a 26 aún de David Villa, al que le quedan años para intentar atrapar.
Con todo lo vivido y sufrido, Morata puede presumir, a estas alturas, de haber superado todos los obstáculos, muchos de ellos contra viento y marea, convirtiéndose en un futbolista de altísimo nivel mundial, referente absoluto en España y con un comportamiento siempre ejemplar. Aun así, sus críticos seguirán gritando en el desierto mientras él galopa sin escucharlos.