Una semana es suficiente para ocasionar un cisma. Más aun cuando a raíz del Mundial el cronograma del fútbol español ha sido recargado. Hace ocho días, el Villarreal tocó las fibras del Real Madrid. La victoria de los valencianos en LaLiga indujo a los merengues hacia una crisis. La Cerámica es un feudo inexpugnable para el conjunto blanco en Liga.
En Copa, cuatro días más tarde, el Madrid reaccionó. Remontó un complejo 2-0 y, además, empujó a Quique Setién hacia una situación extraña. El Villarreal, pese a dejar el alma, perdió por 2-3 y se despidió de la Copa del Rey.
Tres días después, el Villarreal evitó un nuevo pinchazo in extremis. El equipo de Quique Setién sufrió para derrotar por la mínima diferencia a un buen Girona, que se entregó a las buenas paradas de Paulo Gazzaniga (31). El argentino defendió con categoría el arco de los catalanes que pese a sentir la baja de Santiago Bueno (24) por una expulsión perdió el orden.
El positivo resultado no oculta una realidad: el Villarreal perdió el ritmo en una semana. Sólo necesitó de ocho días para exponer un desgaste enorme. La presentación que demostró el club ante el Real Madrid contrasta con la pobre imagen que ofreció el submarino amarillo contra el Girona.
La solvencia defensiva de los visitantes complicó la generación del Villarreal. El equipo de Setién, acostumbrado a ejercer una presión alta, se vio mermado por un bloque alto que, sin duda, obligó a los centrocampistas del submarino a rifar la pelota en algunos fragmentos del partido.
Sin circulación, el Villarreal intentó distribuir la pelota a través de un juego directo. Las bandas, en este contexto, participaron constantemente en llegadas que buscaban conectar con Gerard Moreno. Johan Mojica (30), en particular, avanzó y superó a Arnau Martínez (19) en sus incursiones.
Los ataques del colombiano, no obstante, no inquietaron el arco de Gazzaniga en la primera parte.
Expulsión y penaltis
El ánimo del Villarreal cambió con la salida de los vestuarios. Setién, un hombre que destacó por su capacidad comunicativa en el Real Betis, intentó dejar un mensaje de motivación en los suyos.
El Girona, un plantel que expone entre sus capacidades un sistema que sabe cómo identificar la motivación y el desespero rival, intuyó que el local saldría en busca del primero. La lectura del club catalán fue acertada. El Villarreal, frustrado ante el pausado orden del contrario, se decantó por disparar desde fuera del área.
Gazzaniga, que no había tenido mucho movimiento en la primera mitad, se transformó en la figura del Girona. El portero argentino frenó tres disparos a puerta. Jugó con serenidad con los pies. Lideró el fondo del visitante.
El antiguo portero del Tottenham, incluso, atrapó un penalti mal ejecutado por Gerard Moreno (30) que, al final, no le ha servido de nada al Girona.
Carlos del Cerro, no conforme con decretar un extraño primer penalti ocasionado por una presunta obstrucción, confirmó a través del VAR una segunda polémica decisión. Un agarrón a la camiseta de Pau Torres en la disputa de un córner fue dictaminado como infracción. Daniel Parejo (33), que aprendió del error de Moreno, ejecutó con fuerza el cobro y concretó en el minuto 90+11 el triunfo del Villarreal.
Con la victoria, el Villarreal escala hasta la posición número cinco de LaLiga y alcanzan los 31 puntos del Atlético de Madrid. El Girona, por su lado, se estanca en la mitad de la tabla (11) y pierde la oportunidad de sumar un punto de oro lejos de casa.