El atípico resultado del primer encuentro del grupo fue un impulso. En un Mundial, no existe un margen de tiempo para procesar los errores. Argentina se equivocó. México y Polonia, conscientes del fallo garrafal de la albiceleste, tenían en sus manos la oportunidad de fragmentar el grupo C.
El bombo, liderado por Arabia Saudita, expuso en su segundo partido a dos selecciones contrarias. México intentó dominar el balón. El potencial físico de Edson Álvarez era un punto a favor. La presencia de Héctor Herrera era sinónimo de circulación de la pelota. Hirving Lozano, Chávez y Vega daban la velocidad.
Polonia, por su parte, se aferró a dos cuestiones que ejerce a la perfección: el orden defensivo y la pelota quieta. Los europeos apostaron por un marcaje zonal para frenar el movimiento del esférico mexicano. Desde los córners, aprovechando la estatura de Glik, Lewandowski, Krychowiak y compañía inquietó el arco resguardado por Guillermo Ochoa, hombre que disputa su quinto Mundial.
Juego en contra
La experiencia de Argentina jugó en contra de ambos equipos en la primera parte. Ninguno quería vivir un varapalo. México, inseguro ante el exigente manejo posicional polaco, entregó mal la pelota y generó poco peligro en la portería de Szczesny. Los europeos, en cambio, esperaron de forma inteligente un espacio de los aztecas para impulsar a sus delanteros con un contragolpe.
El segundo tiempo fue un escenario diferente. México mantuvo su rol de dominador. Polonia, después de tanto aguardar, encontró en un error defensivo la primera opción de gol clara del partido. Héctor Moreno sujetó a Robert Lewandowski en un mano a mano dentro del área. El árbitro, en un inicio, no sancionó. El VAR, por su lado, vio penal.
El delantero del FC Barcelona decidió. Ejecutó el penal rastrero. A la derecha de Ochoa. El portero no escuchó el silencio atronador que dominaba las gradas del estadio 974 de Catar. “Memo” acertó. Adivino el cobro de Lewandowski, que sigue sin marcar un gol en un Mundial. No concretó en Rusia 2018 -Polonia se despidió en la fase de grupos- y por ahora no conecta en Oriente Próximo. Los miles de aficionados del tri rompieron ese silencio incómodo con un grito estremecedor. Casi como si la parada de Ocha fuera un gol en el último minuto del descuento.
Las emociones se apoderaron del partido tras el cobro fallado por Lewandowski. El delantero polaco lamentó su error. México, en contraste, salió en tromba. Buscó, sin éxito, acercarse al arco rival. El orden de los europeos fue demasiado para los aztecas, que con más ánimos que fútbol, intentaron dar con un gol.
Guillermo Ochoa fue, sin duda alguna, el hombre del partido. Además de frenar el penal de Lewandowski completó una doble tarea: mantuvo con vida a México y, no conforme con ello, también le dio una mano a Argentina.
Con el empate a cero entre aztecas y polacos el gran beneficiado es el equipo de Scaloni. El sábado, México tiene la posibilidad de depender de sí mismo. Un triunfo podría encaminar a los de Gerardo Martino hacia los octavos de final y hundir, de paso, a Lionel Messi en una depresión Mundial.
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