Miles de aficionados del Deportivo de la Coruña esperaban el redebut de Lucas Pérez. Dejó el Cádiz, que pelea por mantenerse en Primera División, y pagó en torno a medio millón de euros para hacer posible su regreso a casa. Es el gran fichaje romántico del mercado, un movimiento que tan solo puede comprenderse a través de un prisma pasional, por supuesto alejado de los intereses monetarios. El amor por un club y por unos colores pudo con todo lo demás.
Su ya exequipo no lo echa en falta, al menos por el momento, porque se llevó los tres puntos en su visita a Mestalla, victoria que seguramente habrá puesto muy feliz al bueno de Lucas, quien le deseó suerte al conjunto de la Tacita de Plata en su lucha por mantenerse en le élite. Si finalmente no consiguen el objetivo y el Dépor logra ascender a Segunda, ambos se reencontrarán sobre el terreno de juego en la categoría de plata del fútbol español. El partido en el Nuevo Mirandilla tendría un aroma muy especial.
Como era de esperar, Lucas salió como titular contra Unionistas de Salamanca, un duelo importante para no perder comba respecto a los primeros clasificados (Córdoba, Alcorcón y Real Madrid Castilla), así como para ampliar distancias en la clasificación respecto al Racing de Ferrol, que cayó derrotado en su visita al filial del Celta de Vigo (1-0). El equipo celeste, por tanto, le hizo un buen favor a su gran rival, cuyo mediático triunfo da forma a una racha de tres victorias consecutivas.
Los locales se pusieron por delante en el minuto 48 gracias al gol del jugador con pasado cadista, quien incluso podría haber llegado a marcar un hat-trick si hubiese ejecutado (y marcado) el penalti que transformó Alberto Quiles para poner el 2-0 (recién pasada la hora de juego). Ya en el tiempo de descuento, el '7' pudo ponerle el broche de oro a una actuación espectacular que provocó un orgasmo colectivo en las gradas, con un aspecto más propio de Primera que de la división de bronce.
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