Los jugadores del equipo juvenil subieron a bordo del avión privado que llevó a la expedición del Fenerbahçe a Sanliurfa (sudeste), donde está previsto que se dispute el encuentro a las 20h30 CET.
El club solicitó el aplazamiento del partido para preparar con más tiempo la ida de los cuartos de la Europa League, el próximo jueves, frente al Olympiacos griego.
También exigió que la final contra su eterno rival fuera dirigida por un árbitro extranjero, argumentando que recibe un trato desfavorable de los colegiados nacionales.
La Federación Turca de Fútbol (TFF), además, sancionó el pasado miércoles a dos jugadores del club tras los actos de violencia ocurridos al finalizar el encuentro liguero disputado en Trabzon. ¿El motivo? Repeler las agresiones de un grupo de aficionados locales que invadió el terreno de juego.
Una final envuelta por la controversia
Las autoridades futbolísticas rechazaron las peticiones de la entidad capitalina, por lo que el vicepresidente de la entidad, Erol Bilecik, anunció esta drástica decisión, con un claro tinte boicoteador.
Bilecik también invitó a los seguidores a no desplazarse a Sanliurfa, indicando que el partido no se disputará hasta el final.
Según la prensa, el club, que busca su primer campeonato desde 2014, podría pedir a sus futbolistas que abandonen el terreno de juego una vez el colegiado pite el inicio del encuentro.
Este envite estaba programado para el pasado 29 de diciembre en Riad, pero fue aplazado en el último momento después de que las autoridades sauditas rechazaran que los futbolistas lucieran en sus camisetas mensajes políticos.
Ambos acordaron realizar el calentamiento con camisetas que incluyera la imagen de Mustafá Kemal Atatürk, el fundador de la Turquía moderna, para celebrar el centenario de la República.