Bajo la batuta de Thomas Tuchel, Graham Potter y Frank Lampard, el Chelsea tuvo que soportar una dura campaña plagada de fichajes erráticos, exhibiciones completamente impotentes y mediocres, y una mezcla de jugadores jóvenes.
La falta de identidad, de liderazgo y de regularidad ha hundido a los Blues en la parte baja de la tabla, evitando por los pelos verse inmersos en la lucha por el descenso.
Desde entonces, el técnico Frank Lampard se ha marchado, al igual que algunas figuras clave de la plantilla.
N'Golo Kante, Kalidou Koulibaly y Edouard Mendy han puesto rumbo a Arabia Saudí, mientras que el club se ha arriesgado a dejar marchar a grandes nombres como Mateo Kovacic y Mason Mount, que se han ido a Manchester.
Si bien Mount tuvo una temporada complicada y no estuvo a su mejor nivel, Kovacic resultó ser uno de sus mejores jugadores. Ambos fueron el mejor jugador del equipo en la temporada en un pasado no muy lejano.
También han permitido al alemán Kai Havertz embarcarse en un autobús rumbo a su rival londinense, el Arsenal, que de momento ha superado claramente a los Blues en calidad y categoría.
¿Se arrepentirá el club del oeste de Londres de estas grandes decisiones?
Estabilidad y redención
El Chelsea rezará también para que el exentrenador del Tottenham, Mauricio Pochettino, adquiera cierta estabilidad.
Sus propietarios, de gatillo fácil, confían en que el historial del argentino en la construcción de "proyectos" y en el trabajo con los jugadores más jóvenes sitúe al club en una buena posición de cara al futuro y le ayude a emprender algún tipo de camino competitivo hacia la redención.
La temporada pasada, el Chelsea no pudo pasar más apuros en la recta final de la campaña, ya que desde finales de marzo encadenó una tórrida racha sin ganar en liga que se prolongó hasta principios de mayo.
Incluso entonces, su victoria sobre el Bournemouth fue el único triunfo en una racha decepcionante (por no decir otra cosa) de 12 partidos, con siete derrotas bastante humillantes.
Tampoco fueron capaces de marcar un gol tras la llegada de Lampard, y acabaron con un mísero total de 38 tantos a final de temporada.
No es un gran rendimiento para un club que se ha gastado más de 1.000 millones de euros en fichajes en tan sólo 12 meses.
Esperanza en el horizonte
En el Bridge se respira cierto optimismo, pero francamente tiene que ser así, ya que las cosas no pueden ir mucho peor.
El club no juega en Europa por primera vez desde la temporada 1999/2000, pero eso no ha impedido que siga atrayendo a algunos de los mejores talentos jóvenes del mundo del fútbol. A ello contribuyen los contratos largos y lucrativos.
Entre los recién llegados se encuentran Nicolas Jackson, procedente del Villareal, y Christopher Nkunku, del RB Leipzig, que han ofrecido una imagen positiva en la pretemporada y deberían aportar goles.
Nkunku fue el máximo goleador de la Bundesliga la temporada pasada y ha disfrutado de una pretemporada productiva, aunque el club ha revelado ahora que una lesión sufrida en su último partido de preparación ha requerido cirugía y se perderá los primeros meses de la campaña, como mínimo.
Por lo tanto, no es de extrañar que el club vuelva a buscar otro delantero antes de que se cierre el plazo.
Eso, si no se deciden por un último hurra con el siempre desconcertante Romelu Lukaku. El delantero belga ha regresado de su última etapa en el Inter, pero parece que no tiene futuro aparente en el club.
Puede que tenga sentido mantener al gran delantero hasta al menos la ventana de enero, ya que sus servicios podrían seguir siendo necesarios después de todo.
Además, el Chelsea ha fichado a un guardameta muy interesante, Robert Sánchez, procedente del Brighton, un área en la que el Chelsea ha tenido problemas en las últimas temporadas. Mendy ya se ha marchado a Arabia Saudí, mientras que Kepa Arrizabalaga sigue teniendo una gran tendencia a generar dudas.
Otra operación clave ha sido la firma de un contrato de larga duración con el joven defensa inglés Levi Colwill, que sin duda desempeñará un papel importante en los próximos años, incluso esta temporada.
Luego está lo que queda de una plantilla que se ha visto muy mermada en los últimos 18 meses. Thiago Silva sigue impresionando a pesar de su avanzada edad, pero seguramente no le queda mucho en el tanque, y sería peligroso para el Chelsea seguir confiando en él tan fuertemente.
Ben Chilwell y Reece James han sufrido lesiones durante la última campaña y rara vez han sido titulares en compañía del otro.
Los tres serán clave para ayudar a los nuevos a asentarse y a los jóvenes a desarrollarse. James, en particular, fue un gran ausente durante gran parte de la temporada pasada y siempre se siente como una ausencia notable, tanto por su capacidad técnica y peligrosa destreza ofensiva desde el lateral, como por su pasión y la conexión con los fieles del Chelsea.
El Chelsea tiene la sensación de contar con una plantilla potente y potencialmente competitiva, repleta de talento y materias primas interesantes.
Ahora depende del entrenador que todo encaje.
El tiempo apremia
Es difícil predecir cómo le irán las cosas al Chelsea, al menos a corto plazo.
Todos conocemos el estilo de Pochettino: fútbol emocionante, rápido, de presión alta y contraataque. Sabemos que cuenta con jugadores jóvenes y rápidos para satisfacer las necesidades iniciales de su sistema preferido.
Pero también sabemos que hay que adaptarse al aspecto físico de su estilo de juego, y que tardó unos seis meses en los Spurs antes de empezar a obtener resultados.
En el PSG tuvo mucho menos tiempo para trabajar y no duró mucho en el cargo. Tampoco ganó mucho allí, teniendo en cuenta las ventajas que tenía.
¿Tendrá tiempo para construir su proyecto en el Chelsea?
Sobre el papel, es la mejor opción. Pero el Chelsea no se ha mostrado precisamente como el club más racional en los últimos años.
Todo lo que sea mejorar con respecto al año pasado es una ventaja, pero no cabe duda de que con el dinero que se está gastando y el potencial que se está fichando, la jerarquía no aceptará nada menos que acabar entre los seis primeros, y eso es lo mínimo.
Hoy en día, eso es mucho más difícil de lo que parece, incluso para un Chelsea que hace sólo dos temporadas levantaba en alto el trofeo de la Liga de Campeones. La temporada pasada se quedó lejos de ese objetivo, y probablemente esta campaña vuelva a estar lejos de equipos como el Manchester City, el Manchester United y el Arsenal.
Y si siguen lejos de Liverpool y Newcastle en Navidad, ¿quién dice que la directiva del Chelsea no se pondrá en plan Oppenheimer y volverá a apretar el botón nuclear?