El Celta de Vigo parecía estar salvado hace algunas semanas, cuando apenas necesitaba ganar dos partidos para certificar la permanencia. Es más, con 10 encuentros por delante tenían 36 unidades en su casillero y nueve de margen sobre el descenso. Ahora, sin embargo, este margen se ha reducido de forma drástica justo antes de ponerle el broche al curso con un complicado duelo contra el Barcelona, algo bipolar desde que se coronó campeón en el estadio del Espanyol, ya en LaLiga Smartbank.
La racha es dramática: un empate y cinco derrotas en los últimos seis encuentros. Se trata de un pésimo bagaje que tiene como castigo una soga que aprieta más fuerte que en ningún otro momento. Se quedaron sin sumar frente a Villarreal, Getafe, Valencia y Athletic antes de empatar recientemente frente al Girona y caer de nuevo el domingo en la visita a Cádiz. Las sensaciones, además, son muy malas y Carlos Carvalhal tampoco parece encontrar soluciones a los múltiples problemas.
Los gallegos dependen de sí mismos, todo un consuelo, pero se miden a la mejor escuadra de esta edición liguera. No necesitarán sumar si el Valladolid pierde en casa ante el Getafe, pero mirar hacia otro campo no parece una buena idea, si bien será inevitable porque en función de lo que ocurrá en el José Zorrilla tendrán la urgencia de ir a ganar o será suficiente con empatar. Xavi Hernández prescindirá de Sergio Busquets y Jordi Alba, no de Marc-André Ter Stegen y Robert Lewandowski.
Y con Aspas dolorido
El delantero con pasado en Liverpool y Sevilla, emblema e indiscutible estrella del Celta, ha llegado al tramo final muy lejos de su mejor tono físico y medio lesionado. Tanto es así que causó baja en la visita a San Mamés y ha sido suplente contra andaluces y catalanes. Además, no completa los 90 minutos desde principios de mayo y la última vez que celebró un gol fue en el campo del Espanyol, justo antes de volver a la Roja. Han pasado 12 jornadas desde que marcó en el RCDE Stadium.