A falta de seis jornadas, el Real Madrid maneja una renta de 11 puntos sobre el Barça, un equipo que, a pesar de exponer una leve mejoría en la segunda mitad de la temporada, completó una semana negra en donde fue goleado por el PSG de Mbappé por 1-4 en Montjuïc y, acto seguido, cayó en un Clásico que tuvo de todo.
La polémica
El primer elemento que condicionó el encuentro fue la polémica. El FC Barcelona reclamó que la pelota que sacó Lunin era gol. El VAR, sin embargo, argumentó que el balón no ingresó por completo al arco del meta ucraniano. Más adelante, los culés también expresaron su malestar por un posible penalti no pitado sobre Lamine Yamal, quien eloqueció a Camavinga en la banda izquierda y obligó a Ancelotti a enviar a Fran García al terreno en el tramo final del choque. Los aficionados del Real Madrid, por otro lado, se quejaron en el primer gol del Barça: Christensen se apoya en Kroos cuando salta.
Los errores propios
El Barça cae en el Clásico más por los errores propios que por la polémica. El penalti que ejecuta Vinicius Jr nace de un error en defensa de Joao Cancelo. El lateral portugués pierde la marca de Lucas Vázquez, que se interna en el área y, con una dosis de picardía, choca su pierna con la de un joven Cubarsí que la deja enganchada. Cancelo, asimismo, perdió la espalda con Lucas Vázquez en el segundo gol merengue.
El tercer gol del Madrid es una cadena de fallos del Barça: primero, el mediocampo no presiona a Brahim y le permite salir en carrera con el balón. Después, Cancelo pierde de nuevo la marca de Lucas y, para cerrar, Koundé y Araújo no despejan el centro de Vázquez que define Bellingham.
El partidazo de Lucas Vázquez y de Bellingham
El Madrid, al igual que el Barça, se equivocó en aspectos defensivos. No obstante, Lucas Vázquez, por un lado y Bellingham por el otro le permitieron a los blancos cerrar una victoria que vale una Liga (matemáticamente). Vázquez se convirtió en una herramienta ofensiva interesante. No jugó Carvajal tras el desgaste de Mánchester. Vázquez hizo olvidar al capitán, provocando el penalti, asistiendo en el tercero y marcando el segundo.
Bellingham, de igual manera, fue determinante en el ataque. Con su cuerpo, engañó en más de una ocasión a la defensa culé. Presionó en salida, provocando malas entregas por parte de Aráujo y Cubarsí. No le dejó fácil la circulación de la pelota a Gündogan y sentenció una Liga que está cada vez más cerca para el Real Madrid.