Hansi Flick fue anunciado como nuevo entrenador del Barcelona el 29 de mayo, poco después de que Joan Laporta optara por prescindir de los servicios de Xavi Hernández. El culebrón con el preparador catalán parecía terminado, hasta que unas declaraciones a propósito del mercado de fichajes se convirtieron en la excusa perfecta para sentenciarlo. Todo lo acordado en la reunión anterior, celebrada en el domicilio del presidente, quedó en papel mojado.
Si algo lastró a Xavi como máximo responsable del banquillo culé fueron sus palabras en rueda de prensa, y no sólo las ya mencionadas. La falta de coherencia sobre su futuro y sus numerosas quejas fueron dos de los aspectos más llamativos: allá por enero, tras la derrota por 3-5 ante el Villarreal, anunció que se iba a final de temporada; luego, en un insólito giro de guion, decidió que había razones suficientes para cumplir su contrato.
Entre previas y pospartidos, la realidad es que los técnicos de clubes que compiten en Europa están muy expuestos. El caso de Flick, superprotegido hasta la fecha, es radicalmente opuesto, ya que ni siquiera ha sido presentado de forma oficial aún. Y eso que ya ha transcurrido más de un mes y medio desde que se confirmó su incorporación. La barrera del idioma puede ser incluso positiva de cara a evitar situaciones como las protagonizadas por Hernández.
Todavía no ha sido posible escuchar la voz del germano, ni siquiera a través del propio Barça. Se espera que su puesta en escena tenga lugar, a más tardar, el 28 de julio. Es una fecha clave en este período, ya que la expedición pondrá rumbo a Estados Unidos para disputar tres amistosos (contra Manchester City, Real Madrid y Milan). Luego, ya de vuelta, se enfrentarán al Mónaco con motivo del habitual Joan Gamper.