Anda con la mosca detrás de la oreja el Girona. Es lo que tiene hacer una primera vuelta de campeón, que empiezan a tocar en la puerta de los jugadores y de sus agentes, ambos sueñan con cotas mayores ante mejores propuestas económicas y deportivas. Ya sabemos cómo suele influir estos rumores y noticias en el rendimiento y cómo acaba ésto. 

De ahí que no les gustase en absoluto a los dirigentes ni al cuerpo técnico, liderado por Míchel, cuando Aleix García, en la víspera de enfrentarse al Barcelona en LaLiga, declarase su amor por el club culé. "Se ha equivocado", dijo en aquella ocasión el técnico madrileño después de que su pupilo hubiese afirmado que le gustaría "jugar en el Barcelona, es el club que he seguido desde pequeño". 

Pues ese sueño se puede hacer realidad si el Barça da el paso adelante de presentar una oferta al Girona. Como dinero no tiene como para afrontar un fichaje, ni para abonar un traspaso ni para cumplir con el límite salarial, lo que piensan Laporta, Deco y Xavi es en implicar en la operación a Oriol Romeu, que no ha cumplido con lo que se esperaba de él como sustituto de Busquets, y aún tiene buen cartel en el vecino catalán. 

La operación, lógicamente, no sería nada sencilla. El valor de uno está disparado al alza, con un valor de mercado ligeramente superior a los 20 millones de euros que marca su cláusula de rescisión; y el del otro no ha hecho más que bajar -ahora por debajo de los tres millones- desde que regresó a tierras azulgranas.