Un cuarto de hora de alta velocidad, en el que se sucedieron varias acciones importantes, marcó el inicio del choque entre la Roma y el Feyenoord. Un partido que es casi un clásico de las competiciones europeas. Con el gol de Giménez en el minuto cinco, que aprovechó instintivamente un balón muerto en el área romanista, se adelantaban los neerlandeses. Y fue el delantero mexicano quien dispuso de un doble disparo con el pie derecho, pero se marchó desviado del cuerpo de un atento Svilar.
Diez minutos más tarde, replicó el capitán Pellegrini, autor de un gol estilísticamente meritorio con un disparo preciso desde fuera del área. Fue el grito de rabia de los giallorossi, conscientes de que la temporada podía torcerse de este modo, con esa competición tan querida por José Mourinho, cuya batuta recogió Daniele De Rossi.
En el resto del partido ninguno de los dos equipos fue capaz de hacer daño al otro, aunque fueron los holandeses quienes se mostraron más laboriosos, sobre todo cuando comenzó la prórroga. Sin aliento, la Roma luchó como pudo, pero el partido acabó en la tanda de penaltis, pese a un intento de Lukaku al final del suplementario, que fue desactivado por una espectacular intervención del portero rival, Wellenreuther, que más tarde le hipnotizaría desde el punto de penalti en la serie decisiva para la clasificación.
Una serie en la que Svilar detuvo el lanzamiento de Hancko tras el error del belga y repitió poco después parada ante Jahanbakhsh, contribuyendo al triunfo de los italianos. Cristante no falló y Zalewski marcó el penalti decisivo, allanando el camino hacia la siguiente fase de la Europa League.
