A sus 37 años, Edin Dzeko, que llegó al Inter procedente del Roma hace dos años, está llegando al final de su etapa como ariete en la élite.
Se le fichó como sustituto barato de Romelu Lukaku, después de que éste emprendiera un desastroso y millonario regreso al Chelsea, símbolo de cómo los problemas financieros habían obligado a bajar de categoría a un club que acababa de ganar el título de la Serie A.
Siete goles en liga en su sexta y última temporada en la Roma parecían señalar el final de un atacante que se había levantado de una infancia traumática en una Bosnia devastada por la guerra para convertirse en el máximo goleador de todos los tiempos de su país y ganador de múltiples títulos de liga.
Aquellas temporadas en la capital italiana no dieron ni un solo trofeo a pesar de jugar con figuras de la talla de Mohamed Salah, Alisson Becker, Daniele De Rossi y el viejo icono Francesco Totti.
El punto culminante fue, sin duda, alcanzar las semifinales de la Liga de Campeones en 2018 tras remontar tres goles en contra para eliminar al Barcelona, una temporada después de marcar 39 tantos, récord del club.
Pero aunque Dzeko no ha superado la barrera de las 20 dianas desde que alcanzó las semifinales, el entrenador del Inter, Simone Inzaghi, lo considera clave, el pegamento que mantiene unido su ataque.
"Edin es un gran jugador que ayuda al equipo tanto en ataque como en defensa", dijo Inzaghi en noviembre.
"Aporta mucho y seguirá haciéndolo. Si dependiera de mí, le renovaría el contrato".
Dzeko sólo ha marcado cinco goles en 2023, pero podría seguir siendo titular en Estambul gracias a su capacidad para aparecer cuando hace falta.
Por eso es el favorito para el once inicial de Simone Inzaghi y también por eso está dispuesto a prolongar su estancia en el Inter una temporada más, a pesar de su decreciente capacidad goleadora y de su avanzada edad.
Resurgir de los escombros
Dzeko se perdió el título de la Serie A por dos puntos la temporada pasada, pero ganó tres en el Manchester City y en el Wolfsburgo, donde tuvo su gran oportunidad, añadió dos Copas y Supercopas de Italia a las órdenes de Inzaghi.
Ahora afronta el partido más importante de su vida contra el equipo al que ayudó a convertirse en la potencia que es hoy.
Su gol del empate contra el Queens Park Rangers en mayo de 2012 preparó el terreno para el de la victoria de Sergio Agüero en el último suspiro, que le dio al City su primer título de liga desde 1968.
El éxito sobre el terreno de juego dista mucho de su infancia durante la guerra de Bosnia en Otoka, una zona a las afueras de Sarajevo repleta de torres de 30 pisos a la vista de los francotiradores serbios que acechaban en las colinas.
Los niños de su barrio esperaban a que amainaran los disparos del encarnizado conflicto étnico para salir a jugar al balón.
Un día, durante el sangriento asedio de Sarajevo, su madre salvó la vida de Dzeko, impidiéndole salir a jugar con sus amigos, siete de los cuales morirían poco después al estallar una bomba en el campo.
Cuando de niño lo ficharon para jugar en las categorías inferiores del Zeljeznicar, uno de los clubes más importantes de Bosnia, tenía que entrenarse en el gimnasio de una escuela, ya que su estadio estaba en la línea del frente y plagado de trincheras.
Aquella experiencia de la infancia dejó una gran huella en Dzeko, que realiza labores humanitarias en favor de niños enfermos en su país natal junto a su esposa Amra, con la que tiene cuatro hijos.
"Edin es sólido, fuerte, estable. Ha pasado por muchas cosas en la vida y en el fútbol", declaró su padre Midhad a la AFP hace dos años.
"Sabe cómo lidiar con la presión y cómo salir adelante", agregó.
Podrás seguir la final de la Champions en directo, vía audiocomentarios, a través de Flashscore.