Contracrónica: La solvencia del Real Madrid puede con un Nápoles pasional y poco efectivo

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Contracrónica: La solvencia del Real Madrid puede con un Nápoles pasional y poco efectivo
Ancelotti y Rodrygo, en Nápoles
Ancelotti y Rodrygo, en NápolesAFP
El Real Madrid completó su segunda victoria consecutiva en la fase de grupos de la UEFA Champions League tras vencer por 2-3 al Nápoles en Italia.

En Nápoles, además hablar de la crisis de su equipo o del volcánico Osimhen, la prensa italiana ha amanecido rendida a un Real Madrid que sobrevivió a dos errores puntuales que por poco manchan un partido sobresaliente. El primer fallo fue de Kepa. El antiguo portero del Chelsea midió mal una salida y le regaló a Óstigard, en el minuto 19, el gol que abrió el marcador. 

El segundo, fue un error de Nacho. El defensor central, en una barrida, tocó el balón con la mano. El juez, vía VAR, decretó un penalti que fue ejecutado por Piotr Zieliński

A diferencia de otros partidos, en donde los errores se pagaron con sangre (como el derbi, por ejemplo), el Real Madrid supo sobreponerse a un Nápoles pasional, que tiró el carro más por la emoción que por la racionalidad. Esa pasión, precisamente, le costó a los italianos el encuentro: primero, porque de un fallo se generó el contragolpe que terminó en el gol de Vinicius. Después, los centrocampistas y defensores no frenaron a un Jude Bellingham agigantado que puso el segundo y, más adelante, los jugadores dirigidos por Rudi García despejaron hacia la frontal del área un balón le llegó como por obra y gracia del cielo a Valverde

Las calificaciones del partido
Las calificaciones del partidoFlashscore

El Madrid, solvente, efectivo y temerario en ataque, pudo con un Nápoles que generó, presionó pero que no encontró un método para bajar los decibelios y pensar un poco antes de cada jugada. 

Es resaltable también el partido de Kepa: el portero cometió un error graso, pero sacó dos o tres opciones de gol claras que habrían ocasionado un temblor importante en los merengues. El problema de Kepa es el de todos los guardametas: un error de un portero pesa más que el de cualquier integrante de la plantilla.