Contracrónica: El enfado de Vinicius, la desconexión de Benzema y el festejo de Pep

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Contracrónica: El enfado de Vinicius, la desconexión de Benzema y el festejo de Pep
Kroos y Modric en el Etihad
Kroos y Modric en el Etihad
AFP
Masacre. Humillación. Baile. El Manchester City pasó por encima del Real Madrid. Una goleada selló la presencia de los ingleses en la final de la Champions League. En Estambul se medirán contra el Inter, que seguramente tomó nota de los errores merengues y de las virtudes citizens.

El mayor error del Real Madrid en el Etihad fue el planteamiento. Nunca se supo si Ancelotti quería contragolpear con Vinicius (22) y Rodrygo (22); si pretendía manejar la pelota con Kroos (33) y Modric (27) o si iba a marcar a Haaland (22) con Militao (25), tal y como lo hizo Rüdiger (30) en la ida. 

El esquema del Real Madrid fue cobarde. De principio a fin. En la previa, Ancelotti avisaba sobre el sufrimiento. Sobre ‘empezar perdiendo’ el partido. Esa mentalidad, confiada y tranquila, genera crispación en un madridismo que, tras la goleada, respira a través de una herida que no será fácil de cerrar. 

La desesperación por el sistema de juego llegó a un punto incomprensible. Vinicius, fiel a su entrenador, se acercó a la banda después del segundo gol del City y, cabreado, parecía recriminarle a Ancelotti lo que ocurría en el césped del Etihad. El Real Madrid no veía el balón. Tampoco contragolpeaba. No había espacios. Por cada merengue aparecían tres citizens. Era un escenario de terror, lúgubre, inimaginable y distante del equipo que visitó Mánchester hace un año y que perdió por 4-3.

Además del planteamiento, los errores individuales pasaron factura. Modric y Kroos no eran los mismos de siempre. Con ellos en otro mundo, el equipo se decanta por los balones largos para Vinicius. Sin el brasileño enchufado, las opciones se reducen. Más aún si Karim Benzema (35), vigente Balón de Oro, está desconectado. En todo el partido, el Real Madrid tan sólo efectuó tres tiros a puerta. Una vergüenza que, con certeza, no será pasada por alto por la directiva. 

El Etihad  fue para el Real Madrid un punto y final. En el césped reposaban dos generaciones: la que ganó cinco Champions de ocho y la que liderará el vestuario en los próximos 10 años. Es claro el recambio generacional. Ancelotti, en plena reconstrucción, ganó una Liga de Campeones con esa plantilla. Los milagros, en ese entonces, jugaron un rol protagónico. 

Los milagros ocurren una vez

Ante el City, los milagros ocurren una vez. Dar espacio a los sueños, a las remontadas y a los partidos echados a la suerte en dos temporadas consecutivas es un error infantil e incluso grosero con el aficionado. 

El rostro alegre de Guardiola refleja el trabajo realizado por un equipo que, con Haaland, es diferente. El noruego, limitado potencialmente por la defensa merengue, perdió dos opciones en la primera parte y poco generó en la segunda. Sin él, los citizens encontraron soluciones. El gran trabajo táctico del entrenador le permitió recurrir a Bernardo Silva (28) cuando Haaland y De Bruyne (31) estaban con marcas individuales encima. 

Guardiola desnudó al Madrid. Le hizo ver al mundo sus carencias, su cansancio y sus necesidades. Ancelotti confundió el ir con confianza con el jugar confiado. Florentino Pérez había anunciado la continuidad del italiano tras ganar la Copa del Rey. ¿Con este papelón, es viable una continuidad?