Neymar (30) es una de esas personas que tienen la habilidad de exhibir más de una faceta al mismo tiempo. Deportista, empresario, polémico. Padre, hijo, hermano. Extremo, delantero, creador. Entre todas las vertientes, el Neymar futbolista es aquel que más ilusiona. Aunque no siempre está presente -los problemas suelen agobiar al carioca-, cuando él dedica el 100% de su tiempo al balón la magia llega por sí sola.
El jueves, por ejemplo, brilló ante Serbia. Regates, controles soberbios de balón, cambios de frente. El partido de Neymar era perfecto. Brasil ganaba, bailaba y, de paso, revalidaba su condición de favorita cuando, de un momento a otro, apareció un fantasma. Un espectro maldito que ya acomplejó al extremo en el Paris Saint Germain: el tobillo.
Sí, otra vez. Las lesiones salen a flote. Las críticas se ensañan contra el jugador. Que la preparación física. Que la fiesta constante. Que las salidas nocturnas. Los argumentos son variados. Lastimosamente, la fenomenal función que ejerció Neymar ante Serbia es eclipsada por los problemas que le tendrán fuera de los campos al menos por dos partidos.
Un vijeo conocido
Las bajas que sufrió Neymar a lo largo de su carrera son amplias. Desde su quinto metatarsiano hasta el rodillazo en la espalda de Camilo Zúñiga en Brasil 2014. Desde los líos de su cadera hasta la distención del muslo derecho. Es normal. Es fútbol. La cuestión que inquieta a la canarinha parte de una simple base: el extremo del PSG se ha lesionado en más de seis oportunidades el tobillo.
Entradas fuertes, pisadas que terminan mal, sobrecargas. La razón no es una. Desde el 2014, Neymar se ha esguinzado o molestado el tobillo o sus ligamentos. Es, sin duda alguna, el talón de aquiles de un deportista fantástico que llegó a Catar en un estado de forma admirable.
Leve esperanza carioca
La esperanza es lo último que se pierde. Brasil es un país que conoce a la perfección el refrán. El gigante sudamericano vive en medio de una situación política compleja y, pese a la adversidad, encuentra en el Mundial un ápice de unión, de alegría, de entusiasmo.
Neymar es uno de esos promotores de la unión. Desde el fútbol, claro está. Cuando el jugador pierde el foco, opina hasta de la política nacional. Pide votos para Bolsonaro. Secunda en vertientes ajenas a su profesión que pasan factura.
A pesar de la cadena de errores, Tité sigue contando con él. Vinicius o Rodrygo pueden reemplazarle en caso de que el tema del tobillo sea un problema mayor. Sin embargo, el entrenador es consciente del rol de Neymar, que sobresalió en las clasificatorias y en la primera fecha del Mundial.