La vida con el fantasma del descenso al acecho es diferente. El Espanyol es un equipo que, pese a las adversidades, sabe cómo lidiar con ese sistema extraño. La presión, el miedo a ceder espacio, los resultados ajenos. Son muchos los factores que determinan el camino de un club que lucha por mantener la categoría y alcanzar esos 35 puntos que, en teoría, salvan la permanencia.
El Espanyol dio un paso importante para alejarse de ese fantasma. En Cornellà, el cuadro catalán superó por la mínima diferencia a un Betis desconocido con un solitario gol de Martin Braithwaite (31).
El delantero danés definió un centro cruzado desde la izquierda que dejó sin capacidad de reacción al eterno Claudio Bravo (37). El gol cayó además en un espacio fundamental. El Betis, que llegaba de perder en las semifinales de la Supercopa contra el Barcelona, se retiró al descanso con un golpe anímico enorme.
El desgaste pasa factura
El Real Betis regresó desgastado de la Supercopa. El equipo andaluz le hizo un gran partido al FC Barcelona en Riad pero, en LaLiga, la realidad fue ajena a la explorada en Oriente Próximo.
Los penales le castigaron en la Copa y en Arabia. El físico liquidó a los béticos en Barcelona en la jornada número 17 de LaLiga.
El once dirigido por Manuel Pellegrini se mostró cansado, sin fuerzas. Con el gol, el Espanyol amplió su dominancia. Es más, un polémico arbitraje anuló un extraño tanto de Aleix Vidal (33) en el minuto 51.
Todo gol anulado es una advertencia. El Betis hizo caso omiso de la alarma que le ofreció de forma generosa el VAR y, en lugar de ajustar sus filas, intentó con el ingreso de Joaquín (41) remontar sin éxito el marcador.
Con el resultado, el Espanyol asciende a la posición número 12 de la tabla con 20 puntos. El Betis, por su lado, se atasca en la sexta plaza con 28 y observa como la Real Sociedad se afianza como el claro candidato a quedarse con una de los espacios fijos de la UEFA Champions League.