Novak Djokovic (35) no tuvo rival en los octavos de final y, paradójicamente, sufrió todavía menos que en los tres partidos anteriores de este Open de Australia. Tan solo ha perdido un set en lo que llevamos de torneo, pero es la primera vez, desde que debutó contra el español Roberto Carballés Baena, que cede solo cinco juegos durante todo un partido, dos menos que en el mencionado estreno.
Álex de Miñaur le mantuvo el pulso durante algunos minutos, pero perdió el servicio en el sexto y ese primer punto empezó a alejarse. Después, en lugar de forzar el 3-5 y apretar un poco las tuercas, el tenista local cedió de nuevo y se resignó a verse por debajo en el marcador sin poner demasiada oposición. Tenía que remontar contra el principal favorito a levantar el título.
La segunda manga empezó bastante peor porque ya desde muy temprano se vio absolutamente desbordado por la calidad de Djokovic, implacable desde el principio. Se puso 0-5, una ventaja ante la cual nada pudo hacer su rival, condenado a una derrota que en ningún momento tuvo oportunidades reales de evitar. El 1-6 volvió a poner en evidencias el gran momento de forma del serbio.
Faltaba ponerle el broche de oro a un partido sensacional y, por supuesto, intentar hacerlo de la forma más rápida y sencilla posible para así terminar con menor desgaste físico que Rublev, su próximo rival, quien llegó al quinto set y superó la barrera de las tres horas (3:39). Se impuso a Rune, el último tenista que fue capaz de tumbar, exhibiciones aparte, a Novak, invicto en este 2023. De Miñaur tan solo salvó una bola de partido tras volver a encajar otro duro 1-5, por lo que dijo adiós al Open de Australia con otro 2-6.
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