El brazalete de capitán fue el principal argumento por el cual Sergio Busquets tomó la responsabilidad de ejecutar uno de los penaltis. España empeoró la actuación de Japón un día antes, lo cual parecía complicado, y quedó eliminada del Mundial de Catar con el desenlace más cruel y doloroso posible, una excitación y emoción previa que gusta mucho a los aficionados y que tan solo dura unos minutos porque luego se convierte en fiesta o drama (salvo para los neutros).
El centrocampista del conjunto azulgrana no es un especialista en este apartado, pero decidió ser uno de los encargados. Es más, asumió un papel muy protagonista a la hora de organizar a los lanzadores porque Luis Enrique se quedó en un segundo plano -tan solo le dio un papel-. Tenía enfrente a un portero de nivel, que disfruta y se hace muy grande cuando están a exactamente 11 metros del rival, sabedor de que su rival tendrá que hacerlo muy bien para superar esta corta batalla.
El nivel de Bono es indiscutible, pero compararlo con Buffon, por la trayectoria de uno y otro, sería una auténtica temeridad. Busquets es uno de esos futbolistas que pueden presumir de haber marcado un gol al italiano, en su caso de penalti. Su acierto, el primero en su carrera desde dicha distancia, ayudó para que España accediera a la final de la Copa Confederaciones (2013).
El mediocentro del Barça tan solo se había enfrentado a una situación similar en una ocasión, aunque en un contexto diferente porque aquel encuentro, frente al Milan, se celebró con motivo del Joan Gamper (2010), cuando Pinto se erigió como héroe tras parar tres de los lanzamientos. Pasaron seis años desde que Busquets se estrenó hasta que pudo resarcirse, aunque ninguno de los dos en un evento tan importante como el Mundial de Catar, donde no superó la prueba.