Tadej Pogacar no es un corredor como los demás. En los Campos Elíseos, a menos de 50 kilómetros de la meta, el esloveno se escapó del pelotón, seguido por Nathan van Hooydonck, que parecía marcar a Christophe Laporte, quien finalmente no se unió a la lucha. Tras unos minutos de vacilación, el belga tomó finalmente el relevo del maillot blanco. Alcanzado por un grupo de aspirantes a fugarse, la escapada duró unos quince kilómetros.

Como de costumbre, muchos corredores probaron suerte, más por pura forma que por verdadera convicción. Con la aparición de algunas gotas de lluvia, los tiempos se bloquearon durante el penúltimo paso por la línea antes del gran final.

Esperábamos a un belga, pero quizá no a este. Mientras Jasper Philipsen era guiado por Mathieu van der Poel, Dylan Groenewegen lanzó su sprint para sorprender al ganador del Maillot Verde. Pero ni el neerlandés, ganador en 2017, ni Philipsen, vencedor el año pasado, levantaron los brazos. Fue Jordi Meeus, el velocista del Bora-Hansgrohe, quien saltó por la izquierda y lanzó su bicicleta para quemar a su compatriota.

Momentos después, Jumbo-Visma cruzaron juntos la línea de meta para celebrar la victoria de Jonas Vingegaard, que realizó una tercera semana excepcional con la que ganar su segundo Tour de Francia consecutivo.