España empezó el Europeo con las peores sensaciones posibles tras sucumbir de forma clara contra Croacia, que se impuso con solvencia gracias a una actuación prácticamente inmaculada (29-39). Los balcánicos nunca estuvieron por debajo en el marcador y demostraron por qué son candidatos al título en tierras germanas. Al descanso, la diferencia era de cuatro goles, una brecha que aumentó a lo largo de la segunda mitad.
Los Hispanos afrontaban el encuentro ante Rumanía algo heridos, pero igualmente convencidos de que podían volver a la senda del triunfo, en parte porque eran favoritos para llevarse el triunfo. Y lo afrontaban con un balance de 21 victorias para cada equipo (y tres empates), si bien el dato se presentaba algo engañoso porque la última derrota fue en el siglo pasado y el precedente más cercano terminó con un contundente 42-29.
El país con capital en Bucarest llegó a disfrutar de una ventaja de dos unidades al principio (5-3), aunque aquello resultó ser un mero espejismo. Tanto es así que se alcanzó el ecuador con un parcial de 12-17, un resultado que se antojaba incluso natural. El cuadro comandado por el español Xavi Pascual, que también sucumbió en su estreno ante Austria el pasado viernes (31-24), se dejó llevar en los minutos posteriores hasta el definitivo 24-36.
Jugadores como Abel Serdio, Imanol Garciandia o Álex Dujshebaev tuvieron un papel importante para doblegar a la selección que ocupa el último puesto del grupo. Por supuesto, será necesario mantener ese gran nivel (así como el resto del grupo) en la cita del martes, que será determinante de cara al objetivo de seguir con vida en la competición. Casi seguro, la única vía para lograrlo será ganando, ya que el empate sólo valdría en caso de carambola poco probable.