"El baloncesto me ha dado tanto en esta vida que no cambiaría nada", ha expresado en su mensaje en Twitter, donde ha bromeado con lo "excitado que estoy por mi nuevo capítulo".
Pero también se ha puesto serio para agradecer "cada uno de los momentos, no sólo los buenos: las victorias, los premios, los mates y el memorable tiempo pasado con mi familia, amigos, aficionados, compañeros y entrenadores". Así como "los malos: las derrotas, las lesiones, el camino hacia demasiadas cirugías, las lecciones, los corazones rotos... y los haters".
El ala-pívot, lastrado desde siempre por el maltrecho estado de sus rodillas, que le llevaron a perderse su temporada de rookie, fue de más a menos en su carrera.
Llegado como el mejor jugador de su promoción a Los Ángeles Clippers, nunca pudo alcanzar esa tarjeta de legendario. Pero su nivel sí que fue realmente bueno, de All-Star, en esos primeros años, una vez superada su grave lesión. Fue nombrado en la campaña 10/11, considerada como su primera, Novato del Año. Su manía de machacar los aros contrarios le valió para ganar también el concurso de mates.
Pero tras siete temporadas en California, la magia desapareció. Se marchó a Detroit, donde dio buenas noches de baloncesto durante tres años, si bien también se perdió otras tantas por sus problemas físicos. De ahí, a Brooklyn y posteriormente a Boston, su último equipo.
Ahora, tras una campaña en blanco, ha puesto punto y final a su carrera deportiva.