La tragedia se vivió en el Wizink Center. Con un Real Madrid aún de fiesta, sin apenas descansar desde que se proclamó campeón de la Euroliga, el Betis tenía una gran oportunidad de sellar su permanencia.
Ya falló el primer match ball que tuvo en la jornada anterior, precisamente ante el Coviran Granada, al que le dio la vida cuando pudo arrebatársela definitivamente. Y en la capital, cuando rozaba el objetivo con sus manos, le entró el miedo que le condenó.
A falta de dos minutos para el final de su partido, los béticos ganaban 70-77. Ya no anotaron más y recibieron nueve puntos consecutivos de Williams-Goss para condenarles a galeras.
Poco antes, aunque los partidos habían comenzado a la vez, el Granada había cumplido con su cometido al vencer al Joventut y esperaba noticias de su rival. La alegría no pudo ser mayor cuando conocieron la remontada blanca.
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