No ha dejado títere con cabeza el árbitro del encuentro del Nuevo Mirandilla. Después de prolongar en 10 minutos más el partido, en el último, con 2-1 a favor de los amarillos, pitó un penalti por una clara mano de Pacha Espino. Enes Unal transformó el penalti y le quitó dos puntos al Cádiz.
El público, que ya estaba de uñas con el colegiado y ya había tirado un mechero en el minuto 73, metió aún más presión y comenzó a tirar botellas de plástico. Algunos futbolistas no supieron controlar su tensión y se contagieron de esas malas formas. Fue el caso de Iza, que después de una buena actuación, agredió a un contrario en la cabeza justo cuando Hernández Hernández pitó el final. Obviamente, fue expulsado. "Una vez finalizado el partido y cuando todavía nos encontrábamos sobre el terreno de juego golpeó con su mano en la cabeza de un adversario con el uso de fuerza excesiva", refleja el acta.
Esa agresión no hizo más que avivar la llama. La tensión siguió en la bocana de vestuarios y el acusado esta vez fue Conan Ledesma. "Cuando nos encontrábamos en el túnel de vestuarios estando detenidos sin poder acceder al mismo, el jugador local Jeremias Conan Ledesma empujó a un compañero de equipo que se encontraba pegado a mi espalda con el objetivo de que éste impactase contra mí, consiguiéndolo".
Dos miembros del cuerpo técnico, acusados por el árbitro
Ahí no se quedó la cosa. El entrenador de porteros de los locales, Manuel Bocardo, fue expulsado, según el acta, por gritar "a viva voz en repetidas ocasiones: 'Esto es una vergüenza'. Una vez expulsado tuvo que ser sujetado por el delegado de equipo local ya que se dirigía hacia mi de forma agresiva. Tras esto unió sus muñecas haciendo el gesto de ser esposado".
El mismo Bocardo se encendió aún más estando ya en el túnel de vestuarios. "Se dirigió al equipo arbitral en los siguientes términos: 'Hijos de puta'".
La agresión verbal dio paso a la física, siempre según lo reflejado en el acta, con un culpable, el ayudante técnico del Cádiz Diego Ribera. "Cuando abandonamos el terreno de juego y nos encontrábamos parados en las escaleras de acceso debido a la imposibilidad de llegar al vestuario arbitral por la cantidad de personas allí presentes, el técnico Diego Ribera Ramírez nos empujó tanto al árbitro asistente número 2 como a mí".
Más agresiones
Y hubo más. Según Hernández Hernández, "una persona identificada como Juan Torres Ruiz sujetó mi brazo fuertemente y de forma persistente, teniendo que realizar un movimiento brusco para poder liberarme. Una vez producidos todos los hechos descritos en los apartados anteriores, gracias a la ayuda del Presidente del equipo local D. Manuel Vizcaíno Fernández junto con el delegado del equipo Salvador Chirino Rivera, que consiguieron que el equipo y cuerpo técnico entrasen a su vestuario, pudiendo así nosotros acceder al nuestro.
