Es insaciable. Por mucho que haya ganado, Nole quiere más. Su hambre competitiva no se puede contener. Ni siquiera los saques prodigiosos a 240 kilómetros por hora del talento norteamericano. El serbio tiene para dar y para responder cualquier golpe que se necesite.
Esa responsabilidad no le pesa, al contrario. Como jugar con el público en contra. Le motiva aún más a un Djokovic que quiso resolver por la vía rápida. Lo consiguió a medias. Se llevó el triunfo y el pase a la final en tres sets, pero tuvo que sufrir y luchar el último durante casi hora y veinte minutos para poder sellar la victoria y ponerse a descansar de cara a la finalísima.
La primera manga fue sencilla. En el sexto juego rompió el saque de su oponente y sólo tuvo que mantener el suyo para llevársela por 6-3. Pudo resolverlo incluso antes porque disfrutó de cuatro bolas de break con 2-5, pero Shelton mostró carácter.
En el segundo set, más de lo mismo. De nuevo el serbio se puso por delante (3-2) al aprovechar un punto de ruptura. Y luego volvió a quebrar el servicio de su rival para poder cerrarlo con el suyo. Un claro 6-2, aunque más competido en los puntos que en el comienzo del choque. Parecía el tenista local más entonado.
Y lo demostró en el tercero, que empezó mal porque Djokovic volvió a robarle el saque y a ponerse 2-0 y luego 4-2. Ahí, ya sin nada que perder, es donde Shelton se la jugó y le salió cara. Ganó tres juegos consecutivos y disfrutó de una bola de set al resto. No la aprovechó y eso le hizo perder la concentración y su saque. Pero se recuperó para forzar restando el tie break. Y ahí se quedó, para perder en la muerte súbida por 7-4.
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