Sara Sorribes accede a los octavos de final de Roland Garros sin la necesidad de tener que jugar frente a Elena Rybakina, cuarta en el ranking WTA. La kazaja, última ganadora en Wimbledon y finalista en el Open de Australia, era favorita para llevarse la victoria pese a sus dificultades en la superficie. Su buen hacer en los últimos meses, aparte de su puesto en la clasificación, la convertían en una de los grandes nombres propios, junto al de Iga Swiatek y Aryna Sabalenka, para alcanzar el cielo de París.
El malestar y la fiebre han puesto punto y final a la trayectoria de Rybakina en el torneo, situación que allana el camino al resto de candidatas y, por supuesto, a Sorribes, que va a afrontar la cuarta ronda en buen estado físico y sin demasiado desgaste. Jugó su último partido -individual- el jueves y esperará hasta el lunes para competir de nuevo (sin pareja). Su siguiente escollo saldrá del choque entre Ekaterina Alexandrova y Beatriz Haddad Maia, dos jugadoras que están en el top 25 del mundo.
"Ha sido duro, pero bueno ya estamos aquí. Me quedo con no olvidarme de todo lo que he pasado. Ostras, yo recuerdo el día de antes de irme a Bogotá, que fue mi primer torneo (desde que se recuperó), me puse a llorar como una magdalena y no había forma de parar. Había pasado todo ya... y eso es lo que, creo, no se puede olvidar", comentó recientemente en rueda de prensa.
Cabe recordar que también sigue adelante en la modalidad de dobles, así que este descanso inesperado le va venir bien para dosificar fuerzas. La castellonense y la checa Marie Bouzkova se medirán a la japonesa Miyu Kato y a la indonesia Aldila Sutjiadi este domingo por la mañana. El partido corresponde a la misma eliminatoria, por lo que Sorribes se encuentra a otros tres triunfos de alcanzar la final. Pase lo que pase a partir de ahora, será un torneo difícil de olvidar para ella.