Schwartzman reconoce que no quiere "jugar por inercia"

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Diego Schwartzman, la melancolía de la improbable bandera del tenis argentino
Schwartzman arranca en Roland Garros con susto, mucho desgaste y remontada
Schwartzman arranca en Roland Garros con susto, mucho desgaste y remontadaProfimedia
Protagonista de una sobresaliente carrera labrada a contracorriente, el 'Peque', ya treintañero, ha tomado consciencia del paso del tiempo, reconociendo que si el deporte que tanto ama no le devuelve todo lo que le da "será complicado seguir".

Desplazado hasta el puesto 95º de la clasificación ATP, Diego Schwartzman levantó el lunes dos sets ante el español Bernabé Zapata, una de las revelaciones de la temporada (37º), para clasificarse a segunda ronda de Roland Garros.

El grande parisino es el escenario de su mayor logro como tenista, la semifinal que disputó en 2020 ante Rafael Nadal, quien acabó alzando el penúltimo de sus 14 trofeos.

Schwartzman, que en agosto cumplirá 31 años, entra en la sala de prensa y despliega su simpatía habitual, pero no esconde un fondo de tristeza a pesar de que acaba de romper una racha de cinco derrotas consecutivas en los torneos previos a la cita parisina.

"Sinceramente, aún no sé qué es lo que me ocurre, quizá lo descubra más adelante. He intentado no buscar culpables y mantener la actitud correcta", comenzó.

"Creo que todos tenemos derecho a tener un año malo, pero me resulta complicado mantener mi nivel de intensidad y motivación cuando los resultados no llegan", añadió sin paños calientes.

"Tengo claro que no quiero jugar por inercia. Ahora mismo arrastro un desgaste mental enorme en mi día a día y eso se está notando en la cancha. Llevo muchos años acabando entre los 20 mejores y no es fácil asumir esta situación", continuó.

El Peque finalizó su sincero discurso dejando la puerta abierta a una retirada: "Tendré que pensar mucho en lo que hago. Si el tenis no me devuelve todo lo que le doy diariamente, se me va a hacer difícil continuar".

Un intruso en un mundo de gigantes

La capacidad de lucha fue el motor de su carrera. Con apenas 1,70 metros, el Peque fue rompiendo prejuicios durante una década y se consolidó como la primera raqueta sudamericana hasta el hundimiento de los últimos meses.

Precisamente con su triunfo ante Zapata igualó los 22 en Roland Garros de su predecesor como bandera del tenis argentino, Juan Martín Del Potro, la torre de Tandil y sus 1,98 metros, ambos por detrás de la leyenda Guillermo Vilas, que firmó 57 victorias.

"¡Increíble!", reaccionó el jugador cuando se lo recordaron los periodistas. "Quizás lo que más me molesta es la pérdida de valor cuando las cosas no van bien. El otro día miraba el histórico y en los últimos años había terminado 12º, 8º, 13º, 16º... Uno lo da por hecho, se pierde valor a un montón de cuestiones".

"Y yo a los 21 años era un jugador muy normalito", recordó.

Aunque haya caído en el ranking, Schwartzman es el líder emocional de una nutrida legión argentina que se regenera constantemente y que metió a 10 jugadores en el cuadro principal.