Tercera ronda para Rafa Nadal en su último Mutua Madrid Open y la acogida al de Manacor volvió a ser la de un día grande. El público madrileño está disfrutando de cada segundo que puede ver al mejor deportista nacional de todos los tiempos sobre la arcilla de la capital y eso se nota cada vez que pisa el Estadio Manolo Santana.
En números, el español se presentaba a la cita contra Pedro Cachín como favoritísimo. 209 semanas como número 1 del mundo a lo largo de su carrera, 92 títulos de la ATP por uno del argentino, más de 1000 victorias como profesional y 134 millones de dólares más obtenidos en premios.
La actualidad, igualaba las fuerzas, pero seguía poniendo al balear algo por encima, puesto que el jugador natural de Bell Ville llevaba 15 derrotas consecutivas y más de seis meses sin ganar en el circuito hasta que rompió la racha en Madrid frente al austriaco Sebastian Ofner (6-3, 6-3).
Lo único en lo que aventajaba Cachín antes de comenzar: el ranking. Mientras que Rafa ocupa actualmente el puesto 512 -va a mejorar ostensiblemente después de este torneo-, su rival se encuentra dentro del Top-100 (92). Con todo eso, el espectáculo estaba servido para desarrollarse en la central del reputado Masters 1000.
Exceso de respeto
No había H2H entre Nadal y Cachín hasta el día de hoy, pero ambos se conocían bastante bien de haber entrenado varias veces juntos. Ser consciente de todo el potencial que podía desarrollar el mallorquín, jugó en contra del sudamericano, que entregó el primer juego del partido con su servicio.
Pedro, atenazado por el escenario y el contrincante que tenía enfrente, dio alas a un Rafa que cada vez está mejor físicamente y, por primera vez en lo que va de torneo, dominó con rotundidad la contienda. En esa línea, el tenista local castigó a las mil maravillas la falta de seguridad de su oponente en los primeros saques y consiguió otros dos breaks en la primera manga.
Pasando del aprobado raspado y el bien alto de las anteriores rondas, el español se instaló en el notable. Lo hizo de una forma poco usual: empleando muy inteligentemente las subidas a red tras sus servicios. Esa estrategia le dio muy buenos resultados y, además, sus derechas ganadoras fueron prácticamente infalibles y le llevaron a imponerse 6-1, en 47 minutos, en el set de apertura.
Nadal estaba muy inspirado, pendiente a todo. Tanto fue así que con 5-1 en el marcador una aficionada sufrió un desvanecimiento y él fue el primero en darse cuenta desde la pista y señalar a la zona del incidente para detener el juego y que pudiesen acudir a atenderla.
La garra de Rafa
Pudo parecer que Cachín no vio el partido del mallorquín contra Alex de Miñaur, porque prácticamente no le lanzó bolas al revés, donde más sufrió contra el australiano. Sin embargo, la realidad es que el ganador de 22 Grand Slams no le dejó hacerlo casi nunca, ya que le movió de lado a lado de la cancha con golpes muy abiertos.
El comienzo del segundo set llegó con un rayo de esperanza para el argentino, que rompió el servicio de su rival nada más empezar y se colocó 0-1. Siguió manteniéndose en el fondo, pero mucho más centrado e imprimiendo gran fuerza a la pelota. Cogiendo confianza y sorprendiendo a un Nadal que comenzó a sembrar dudas con el saque y volvió a perderlo en el 4-1.
A estas alturas de la película, el sudamericano había aprovechado el 66% (2/3) de sus puntos de break por el 37% del balear (3/8), que contó con muchos más. Parecía que eso le permitía creer en llevar a Rafa a un tercer set en el que igualar fuerzas por la falta de fondo del cinco veces vencedor del Mutua Madrid Open.
Desafortunadamente, el de Bell Ville no había contado con el orgullo que siempre ha acompañado a su oponente. Lejos de amedrentarle, la adversidad espoleó el orgullo del español. Volvió a arriesgar en los golpes, dejando ver alguno de sus famosos banana shot passings, y tirando de garra.
De repente, se retrocedió 10 años en el tiempo, para observar a un Nadal que alcanzaba bolas imposibles mientras se desplazaba, sin pensar en sus problemas físicos, de un lado a otro de la pista. Así, se llegó al momento decisivo: 4-5 favorable a Cachín y servicio del albiceleste, al que le pudieron los nervios y concedió el 5-5.
En un ejercicio de entrega y calidad, el jugador manacorí dio la vuelta a una situación muy complicada, como en los viejos tiempos. Sin embargo, la falta de rodaje le hizo fallar y entregó su saque en un instante delicado. El 92 de la ATP devolvió el regalo inmediatamente (6-6), pero no falló en el tie-break y envió la definición a la tercera manga.
Supervivencia
Se levantó una y mil veces el balear en el segundo set, pero acabó besando la lona. Eso, dejó el compromiso expuesto a una probable última escena de Rafa en Madrid, pero él tenía otros planes. Ante una Manolo Santana completamente entregada, rompió el saque del argentino y se colocó 1-0, anticipando que no estaba todo dicho.
Finalmente, fue el instinto de supervivencia que le ha protegido a lo largo de su carrera lo que dio el impulso definitivo a Nadal. Un cambio de zapatillas le otorgó al sudamericano el aire necesario con el que ponerse 2-2 y meter algo de presión en el otro lado de la pista, obligando a su experimentado rival a remar con fuerza de nuevo.
Nunca ha renunciado el español a batallar y no lo iba a hacer en esta ocasión. Volvió a acudir más a la red, creando inseguridad en Cachín y rompiendo en el 3-2. Ahí llegó el punto de inflexión con el que llevarse la manga por 6-3 tras un maratoniano encuentro -tres horas y tres minutos- y prolongar su idilio con la capital, al menos, hasta mañana.
En octavos de final del Mutua Madrid Open espera Jiri Lehecka, 31 del mundo, que viene de ganar en dos sets al brasileño Thiago Monteiro (6-4, 7-6 (7)). No existen precedentes entre ambos, por lo que será la primera vez que el de Manacor se vea las caras con el checo.