Víctima de los 'twisties' (pérdidas brutales de las referencias en el espacio) en la capital nipona, la cuádruple campeona olímpica en Rio cortó por completo con la gimnasia para cuidar de su salud mental y no regresó a la competición hasta agosto pasado en los campeonatos de su país, donde logró un octavo título en el concurso completo, un récord.
Pero fue en la ciudad belga de Amberes, a la vista de todo el mundo, cuando demostró que la "nueva" Simone Biles poco tiene que envidiar a la otra, sumando cinco medallas, cuatro de ellas de oro (suelo, barra, concurso general y equipos), para un total de 23 títulos planetarios y 30 medallas.
Más importante aún, volvió a deleitar al público con sus piruetas y sus saltos, y se demostró a sí misma que sigue siendo la reina de la gimnasia.
"No tengo palabras. La energía de la gente, la competición... Estoy simplemente contenta de estar aquí, de sentir de nuevo la presión, creo que he aprendido mucho para seguir mirando hacia adelante", señaló la gimnasta de 26 años en Amberes, con la mirada ya puesta en París.