Derrotado, abatido, triste, alicaído y resignado. Rafa Nadal se marcha de Australia mucho más pronto de lo esperado, antes de lo que podía esperarse después de su convincente debut contra Jack Draper. Era un partido muy complicado porque se medía a un rival joven, fresco y de calidad, pero ganó la experiencia del español, quien llegaba al primer Grand Slam del año sin el cartel de favorito, que se lo concedió a Novak Djokovic, aunque como el líder del ranking ATP de entre los participantes por la ausencia de Carlos Alcaraz.
Después de superar esa primera prueba, el balear se medía a Mackenzie McDonald en la segunda ronda. El estadounidense no asustaba demasiado porque ni siquiera está entre los 50 primeros del mundo, además de que tampoco llegaba en una dinámica especialmente positiva en lo que a resultados se refiere, pero el tenista de 27 años mostró un gran nivel desde el primer momento, incluso antes de que su oponente sufriera esa lesión que acabó por decidir el duelo.
Nadal acababa de perder el servicio (3-4) en el segundo set cuando se marchó al vestuario. Tras requerir de las asistencias médicas, volvió a la pista en busca del milagro y el empate a uno. Lejos de retirarse tras encajar el 0-2 en el marcador y necesitar una auténtica proeza, siguió con la firmeza que acostumbra. No llegó ese primer punto que pudiera alimentar algunas esperanzas, pero incluso con esas limitaciones físicas peleó por conseguirlo. McDonald tuvo que sudar para poner el 0-3 definitivo (5-7).
Antes de caer lesionado
Es evidente que el problema muscular que sufrió el actual número dos del mundo tuvo una clara incidencia en el resultado, pero la realidad es que perdió el servicio en el primer juego del partido, repitió en el quinto y finalmente claudicó en el set inaugural tras caer por 4-6. Aunque se vio superado desde el principio (1-4), reaccionó a tiempo y llegó con bastantes opciones a ese tramo final, todavía en plenitud. Tuvo una bola para romper el break y forzar el empate a cinco. No hubo final feliz.
La segunda manga empezó igual que la anterior: Nadal no hizo bueno su saque y muy pronto se vio con un 0-2 en contra muy difícil de asimilar. Remontó con ese carácter que tanto caracteriza al ganador de 22 Grand Slams, pero cuando mejor parecía encontrarse a nivel anímico, cuando la posibilidad de darle la vuelta a la situación era una realidad más que palpable, entonces llegó ese contratiempo, ya con desventaja otra vez (3-4), que sacudió buena parte de las posibilidades. Eso sí, Rafa no se rindió (4-6).