Mateu Lahoz se vuelve a España tras su polémico arbitraje entre Países Bajos y Argentina

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Mateu Lahoz se vuelve a España tras su polémico arbitraje entre Países Bajos y Argentina
Mateu Lahoz discute con Messi en presencia de Van Dijk.
Mateu Lahoz discute con Messi en presencia de Van Dijk.AFP
A Mateu Lahoz, que soñaba con pitar la final del Mundial, se le vino todo abajo después la polémica que despertó su arbitraje en el Países Bajos-Argentina y que acabó con los de Messi clasificándose por penaltis. La estrella albiceleste fue muy duro con el colegiado valenciano, al que ya le ha comunicado la FIFA que no seguirá en competición.

No es un castigo, ni mucho menos. Aunque en Argentina, especialmente, y en Países Bajos lo puedan considerar así. Pero lo que sí es cierto es que Mateu no dirigirá ningún partido más en Catar. Así se lo ha comunicado la FIFA a él y a otros árbitros más que habían pasado el primer corte de la fase de grupos pero no continuarán en el torneo. 

Sólo quedan cuatro partidos, las dos semifinales, la final de consolación y la gran finalísima y, además de Mateu, se marchan muchos más. Pero sí queda cierta impresión de que el encuentro, a pesar de no haber cometido errores técnicos y de haber enseñado una gran cantidad de tarjetas, se le fue de las manos en la segunda mitad.

De hecho, el informe de su labor tenía una gran calificación, de notable, sólo empañada por no haber mostrado incluso alguna amarillas más o una roja. Del resto de decisiones, como los 10 minutos de prolongación en la segunda mitad y por la que tanto protestaron los argentinos -encajaron el 2-2 en el 110-, no hay queja alguna del jefe de los árbitros ni de la FIFA. 

Sin embargo, todas las declaraciones posteriores, más la apertura de expediente a argentinos y holandeses, ha jugado en contra de Mateu Lahoz, cuyo nombramiento para otro encuentro le habría sometido a muchísima más presión de la que ya de por sí debe soportar un árbitro en un Mundial. 

De este modo, Mateu Lahoz y sus ayudantes se marchan de Catar con la conciencia tranquila por su labor, aprobada por sus jefes, pero el regusto amargo de lo que podría haber sido y, finalmente, no será. Entre otras cosas, por Messi.