Los Lakers perdieron en Miami ante los Heat en la que fue su quinta derrota en seis partidos. Con un pobre balance de 14-21, están en el decimotercer puesto de la Conferencia Oeste, tan solo por encima de los San Antonio Spurs y los Houston Rockets y a 3,5 victorias de la décima posición, en estos momentos ocupada por los Golden State Warriors, que les daría acceso al play-in.

Pese a la gran actuación, una noche más, de LeBron James (27-9-6), los angelinos están echando demasiado en falta a Anthony Davis, lesionado en el pie hace 10 días y que no se sabe cuándo podrá volver a las pistas. De este modo, el panorama es desolador para James que, a un día de cumplir 38 años, ve cómo su promedio de 27,8 puntos, 8,1 rebotes y 6,6 asistencias no es suficiente para volver a sentir lo que es formar parte de un equipo ganador, lo que le cada vez hace que esté más frustrado.

"Soy un ganador y quiero ganar. Quiero darme la oportunidad de ganar y seguir compitiendo por campeonatos. Esa siempre ha sido mi pasión, ese siempre ha sido mi objetivo desde que llegué a la liga cuando era un niño de 18 años de Akron (Ohio)", comentó el jugador tras la derrota en Miami.

También afirmó que lo que más le duele es que conoce la sensación de estar en un gran equipo con opciones de ganar el anillo, algo que no se da en los Lakers: "Sé que se necesitan pasos para llegar allí, pero una vez que llegas allí y sabes cómo llegar allí, jugar al baloncesto a este nivel solo por jugar al baloncesto no está en mi ADN. Ya no está en mi ADN. Entonces, veré qué sucede y cómo de fresca se mantiene mi mente durante los próximos dos años".

La peor temporada de un equipo de LeBron en 20 años

Estos dos años son los que le quedan de contrato con la franquicia californiana, que deberá dar un giro de 180 grados para volver a la senda del éxito una vez oídas las palabras de aviso de su estrella, que tiene el peor porcentaje de derrotas este año (40%) que en cualquiera de sus 20 años en la NBA, incluyendo su temporada de novato en Cleveland (41,8%), y a una distancia abismal del 65% de triunfos que promedia en sus dos décadas en la liga estadounidense.

Por eso, James no quiere acabar sus días (aunque espera continuar en la NBA varios años más) en esta dinámica perdedora y lanzó un aviso para que la dirección de los Lakers actúe: "Pienso en cuánto tiempo más voy a seguir jugando. Sé que mientras mi mente siga enfocada, puedo jugar a este nivel. Mi cuerpo va a estar bien porque si mi mente quiere, me aseguraré de que mi cuerpo esté cuidado y continuaré trabajando. No quiero terminar mi carrera en un equipo con este nivel. Todavía podré competir por campeonatos porque sé lo que aún puedo aportar a cualquier franquicia con las piezas correctas".

Ahora la pelota está en el tejado de Rob Pelinka, vicepresidente de operaciones de baloncesto y general manager de los Lakers, que el pasado septiembre ya declaró que su deber era crear un equipo competitivo alrededor de LeBron: "Tenemos a uno de los mejores jugadores de la historia y se comprometió con nosotros en un contrato a largo plazo. Así que haremos todo lo que podamos para tener la oportunidad de ayudar a James a llegar al final". Unas declaración de intenciones que no parece haberse cumplido.