El fútbol es un estado de ánimo. Ya lo dijo Jorge Valdano (67) para explicar cómo un equipo pasa de de estar deprimido y con malos resultados, de vivir una época muy oscura en la que todo puede ir a peor, a creerse incluso mejor de lo que es, jugar como los ángeles y terminar conquistando títulos. El Barcelona podría ser un ejemplo de ello. Aún no ha ganado nada, cierto. En la Champions le puede costar muy caro el tropiezo en Munich, pero en LaLiga… ya es el líder. Y le ha quitado ese privilegio a su eterno enemigo, un Real Madrid que contaba todos sus partidos por victorias, pero que fue a tropezar con la piedra de Osasuna en el Bernabéu. Menudo es Jagoba Arrasate (44), técnico pamplonica, para ello.
Fue el día en el que Lunin debutó por lesión de Courtoius y en el que Benzema (34) se humanizó y volvió a fallar un penalti ante Sergio Herrera (29). Debe haber algún tipo de maldición, o puede que sólo casualidad, para que uno de los más fiables lanzadores de penas máximas no acierte ante el mismo portero una misma acción. Van tres penalties consecutivos errando el francés ante el meta rojillo, quien esta vez no tuvo ni que intervenir en un disparo que tocó en el larguero. Y eso no lo desperdició el gran rival de Karim por el Pichichi, un Robert Lewandowski (34) que sigue a lo suyo. Ganó el Barça en Mallorca con un tanto del polaco -ya lleva nueve en siete encuentros- y los de Xavi Hernández (42) ya miran desde su atalaya de líder a los demás.
Por detrás de los dos grandes, que se verán las caras en apenas 12 días -el domingo 16 de octubre, a las 16.15 horas-, aguanta el pulso el Athletic de Bilbao de Ernesto Valverde. Los vascos están de dulce gracias a los Williams, Iñaki y Nico. A su verticalidad le han añadido gol y eso les hace aún más peligrosos si cabe. Si a la ecuación se le añade Sancet (22), un centrocampista no demasiado mediático pero con una clase descomunal, el resultado es más que positivo. Daría igual que le dieran una pelota de playa, la dirigiría adonde él quisiera con su calidad. Así abusaron del Almería en la goleada de la jornada, 4-0.
El que vive noches sombrías es el Sevilla, a un punto del descenso. La cabeza de Lopetegui pende de un hilo. La idea del club, tras la derrota ante el Atlético de Madrid por 0-2, era la de destituirlo. Pero he aquí que este martes juegan en Champions contra el Borussia Dortmund. No había tiempo material para que su sustituto pudiese preparar el partido con unas mínimas garantías. Así que, de momento, se mantiene en su cargo aunque todo hace indicar que ni ganando a los alemanes se salvará de la destitución. Ya se habla de Sampaoli, que dirigió a los hispalenses en la temporada 16-17.
El cese que, finalmente, ha llegado a LaLiga ha sido el de Francisco, técnico del Elche. Era esperable, por otra parte. Un punto de 21 posibles, siete partidos sin ganar, cinco derrotas consecutivas. No hay quien lo aguante. También es crueldad absoluta que pierdas en el minuto 96 de partido con un golazo extraordinario, pero de los que entra uno de cada veinte. Así es el fútbol, que diría aquel.
JUGADOR DE LA JORNADA 7
El único partido que acabó sin goles fue el Cádiz-Villarreal. Y no porque fuera un choque aburrido o sin grandes ocasiones de gol. Los culpables del 0-0 fueron los dos porteros: Ledesma (29) y Rulli (30). Los argentinos, a veces irregulares, mostraron sus virtudes en el uno contra uno, su enorme agilidad bajo palos y su valentía en las salidas, quizás su punto más débil. Ambos arqueros amargaron el día a los delanteros contrarios y se ganaron el derecho a ser considerados los dos mejores jugadores de esta jornada. Premio compartido para dos porteros que, sin marcar goles, también dan puntos a sus equipos.
EL MEJOR GOL
Una obra de arte, una maravilla para ver en bucle, un golpeo extraordinario con el empeine, sin dejar botar el balón. Y encima en el minuto 96 para dar la victoria a tu equipo. El autor del mejor gol de esta jornada 7 de LaLiga lleva la rúbrica de Unai López (26). Lástima que la propina del tanto sea la citada destitución de Francisco. Pero claro, a Unai lo que le importaba era que su Rayo ganase y los de Vallecas lo hicieron gracias a ese disparo. Una pelota que venía rechazada de cabeza tras un córner y que llegó a las inmediaciones del centrocampista rayista. No se lo pensó dos veces, tampoco había tiempo para ello porque el encuentro se acababa. Así que Unai enganchó la bola y lanzó un misil teledirigido ante el que nada pudo hacer Edgar Badía (30). Para ponerse de pie y para no dejar de celebrarlo hasta dentro de una semana.