Las campeonas del mundo querían acabar el soñado e inolvidable 2023 con las mejores sensaciones posibles tras el batacazo contra Italia, con lío incluido debido a la controvertida y extraña modificación del descanso. Lo que podría haber sido un duelo a vida o muerte, una auténtica final por seguir adelante en la competición y en la carrera por los Juegos Olímpicos, se convirtió en un trámite debido a la sorprendente derrota de Suecia frente a Suiza.
El público congregado en La Rosaleda (15.896 espectadores, nuevo récord de asistencia) tuvo que esperar a la segunda mitad para ver en acción a Aitana Bonmatí, suplente tras pedir el cambio en Pontevedra. No había ninguna ganadora del Balón de Oro sobre el campo (Alexia Putellas causó baja en esta concentración), pero los alicientes eran múltiples: desde el regreso de Misa Rodríguez a la titularidad hasta la presencia, otra vez, de Jenni Hermoso.
Estaban entrando aún aficionados (ya saben, impuntuales y apurados por ser un día laboral) cuando las visitantes se adelantaron en el marcador. Un envío largo a Rytting Kaneryd derivó en un saque de esquina y ahí la superioridad de las amarillas es evidente. Centro, prolongación y remate a bocajarro de Zigiotti Olme. Reaccionó el público con algún que otro cántico, aunque la otoñal temperatura descendió unos cuantos grados tras el fatídico arranque.
Golpes a base de goles
Jenni Hermoso activó a las suyas con un fantástico pase filtrado a Salma Paralluelo, que minutos después se encargó de igualar con un cabezazo inapelable a centro de Olga Carmona, que acababa de estrellar el balón en la cruceta. La alegría duró muy poco, ya que Kosovare Asllani batió a su excompañera con una sublime vaselina antes de alcanzarse el cuarto de hora. Festival de goles, a un ritmo superior al del pasado viernes, para deleite de un público entregado y con ganas de triunfo.
Las locales tenían la posesión y llegaban con suma claridad. El empate se acercaba, o eso podía intuirse... y nada más lejos de la realidad. Tanto Mariona Caldentey, que culminó una jugada con mucho suspense, como la jugadora del Pachuca, noticia este martes por su presencia en la Nochevieja de RTVE, amenazaron a una Jennifer Falk que se calentó a base de buenas intervenciones y que dio más valor si cabe al tanto de Stina Blackstenius, quien remató a placer a la media hora (1-3).
"Sí se puede", gritaban desde la grada, aunque con una defensa tan débil iba a ser complicado. Y pese al apoyo de allí presentes, que presionaron para que la árbitra (Kateryna Monzul) se animase a amonestar a Asllani, y a los intentos desesperados, especialmente de la incansable Salma, la selección fue incapaz de recortar distancias antes del descanso. La solución de Tomé pasaba por dar entrada a Laia Codina, que reemplazó a la madridista Ivana Andrés.
Salma, directora de orquesta
Sonó por megafonía Chica ye ye, de la recientemente fallecida Concha Velasco, por si su espíritu combativo contagiaba a las futbolistas, y salieron a pasear las linternas de los teléfonos móviles para intentar iluminar a un equipo dispuesto a hacer notar su estrella. Crean o no en las señales, aquello funcionó: las escandinavas chocaron con el larguero en su intento por (casi) sentenciar el envite y, acto seguido, Athenea del Castillo finalizó con acierto una gran jugada colectiva.
Mientras España avisaba por enésima vez, la seleccionadora daba instrucciones a Aitana y a Fiamma Benítez, que construyeron lo que pudo ser el 3-3. Falk, decisiva a ras de césped, se resignó a ver cómo el esférico contactaba con la red tras el sobresaliente golpeo de Mariona, que hizo bueno el pase de su compañera Ona Batlle. Subidón y fiesta en Martiricos, especialmente cuando la citada Fiamma completó la remontada gracias una definición de pura clase.
Y si ya el ambiente era de puro jolgorio, el éxtasis fue completo con el doblete de Caldentey, que acabó un contraataque brillante para dar forma a la manita. Paralluelo -dos asistencias seguidas- se convirtió en directora de orquesta en una segunda mitad marcada por el potencial ofensivo de las anfitrionas. La armoniosa sinfonía terminó con Raphael, cuya voz empezó a escucharse a partir del pitido final. Y es que la Roja puede cantar aquello de 'Fue mi gran noche'.
Jugadora Flashscore del partido: Salma Paralluelo.
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