Nápoles-Milán, cuando el MaGiCa napolitano perdió un Scudetto ya ganado

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Nápoles-Milán, cuando el MaGiCa napolitano perdió un Scudetto ya ganado

Maradona y Maldini
Maradona y MaldiniProfimedia
En la temporada 1987-88, los azzurri, con la tricolor en el pecho, dilapidaron una buena ventaja en el final del campeonato, abriendo el camino a la remontada de los rossoneri, que abrirían un ciclo con aquella victoria en el San Paolo. El comienzo del Milan de Berlusconi.

Aquel día, en Fuorigrotta reinaba el júbilo azul. El sol brillaba glorioso sobre el entonces estadio de San Paolo para presenciar el choque entre el Nápoles de Diego Armando Maradona y el Milan del revolucionario Arrigo Sacchi. Era el 1 de mayo de 1988 y la tabla de clasificación situaba a los azzurri con 42 puntos, sólo uno más que los milaneses.

Hasta tres días antes, los napolitanos tenían una ventaja de cuatro puntos sobre los rossoneri, que en aquel momento era la suma de dos victorias. La debacle en casa ante la Juventus y el empate en el Bentegodi de Verona habían sacudido la confianza del equipo de Ottavio Bianchi, que llegaba así al partido decisivo contra el único perseguidor con sólo un punto de ventaja y el alma temblorosa.

En aquella tarde soleada, el festivo Nápoles se convirtió en un cementerio en poco más de 90 minutos. Porque el empuje emocional de un equipo que podría haber hecho un doblete se perdió en la mediocridad de un ambiente en el que quizá la exigencia extrema había pesado demasiado sobre todos. Y sobre el terreno de juego se reflejaron de inmediato las tendencias de las últimas semanas. A pesar de un inicio fulgurante firmado por los habituales Maradona y Careca, sería el Milan quien golpearía primero con Virdis. Un tanto del número 10 argentino volvería a poner las cosas en su sitio, pero en la segunda parte el huracán rossonero se abalanzaría sobre un San Paolo hasta entonces sereno. De nuevo Virdis y luego Van Basten noquearían a los azzurri, que intentaron reaccionar en el final con un gol de cabeza de Careca, pero fueron incapaces de alcanzar el empate que les hubiera mantenido en el primer puesto.

Sombras negras

Aquella tormenta sin igual en un día en plena primavera sacudió a todo Nápoles. La del fútbol y la de otros deportes. La ventaja dilapidada en aquellos partidos no era temible, pero no por ello dejaba de ser importante, y el tropiezo de aquel 1 de mayo fue decisivo en la carrera por el Scudetto, una carrera en la que los rossoneri llegaron en el sprint final y, tras remontarles, triunfaron. Sobre aquella nefasta tarde napolitana se dijeron muchas cosas: hubo quien dijo que la Camorra había tenido cierta influencia, y el hecho de que algunos jugadores como Bruno Giordano y Salvatore Bagni se marcharan al final de la temporada alimentó varias sospechas y surgieron sombras totoneras.

Sin embargo, Fernando Signorini, preparador físico de Maradona en aquella época, había percibido un ambiente diferente aquel día, como él mismo recuerda: "Al volver al vestuario en el descanso, noté que nuestro estado de ánimo estaba alterado. Ferlaino y los directivos azzurri estaban sudorosos y ansiosos, mientras que Berlusconi y Galliani estaban frescos y sonrientes. Aquel día ocurrió algo particular, no sabría decir qué, pero no fue un día normal".

Lo cierto es que el 1 de mayo de 1988 se materializó la mayor pesadilla para la afición napolitana, cuyo acorazado MaGiCa (Maradona-Giordano-Careca) se vio atascado por el bombardeo del AC Milan, que a partir de ese momento pertenecería a los holandeses y que, con ese Scudetto, abriría un ciclo histórico también en Europa. En Nápoles, en cambio, pasaron de un doblete más que factible a un fracaso histórico, que sólo se vengaría dos años después.

 

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