La jornada de Liga de Campeones acaba de terminar con suerte dispar para los equipos italianos. Bien el Inter y el Nápoles, que consiguieron ganar sus partidos, dando un paso decisivo hacia la clasificación. Mal, a veces muy mal, en cambio, para el Milan y la Lazio, derrotados respectivamente por el París Saint Germain y el PSV Eindhoven.
Y si para los biancocelesti, las opciones de clasificación siguen prácticamente intactas, la cosa empieza a complicarse para los rossoneri, que podrían pagar caro las oportunidades perdidas ante el Newcastle y el Borussia Dortmund.
Además, las primeras tensiones han llegado en casa, en Milán. El nerviosismo fluyó al final del partido entre el capitán, Calabria, y el entrenador, Pioli. La buena noticia para los rossoneri es que el calendario les brinda de inmediato la oportunidad de redimirse.
El domingo por la tarde, de hecho, Leao y sus compañeros visitarán el campo donde comenzó su redención el año pasado, justo entre el campeonato y la Liga de Campeones: el Diego Armando Maradona. Al derrotar (y además con bastante contundencia) en el Campi Flegrei al equipo entonces entrenado por Luciano Spalletti, el AC Milan empezó a ganar también los cuartos de final de la máxima competición europea que, unos días más tarde, le enfrentarían al mismísimo Nápoles.
Pioli contra Rudi
Con la protesta de la afición azzurra, en desacuerdo con De Laurentiis, los futuros campeones de Italia perdieron el norte en el momento más bonito y fueron los milanistas quienes pasaron a semifinales. Esta vez, el clima en el antiguo campo de San Paolo debería ser menos abrasador. Al menos, al principio.
La burbuja Rudi García -creada, una vez más, por el propio presidente azzurro que, hace unas semanas, dejó claro que aún no lo ha destituido porque no ha encontrado un sustituto a la altura de la situación- podría, de hecho, estallar en cualquier momento.
Lo cierto, sin embargo, es que desde que Victor Osimhen se lesionó, todo el equipo ha dado un paso al frente. Empezando por su compañero, Khvicha Kvaratskhelia, que ha dejado a un lado sus desavenencias con el técnico francés y ha vuelto a ser el líder admirado en los campos de toda Italia la temporada pasada.
San Siro espera a Lukaku
Un par de horas antes del desafío maradoniano, luces en San Siro. Y no sólo luces. El Meazza está, de hecho, ultimando los detalles de la fiesta que los nerazzurri llevan preparando desde que supieron que Romelu Lukaku volvería a verles.
José Mourinho ha intentado rebajar el tono pidiendo a sus antiguos seguidores que razonen que Big Rom no es el único mercenario del fútbol moderno. Sin utilizar, por supuesto, la palabra mercenario, Mou recordó, entre otros, los casos de Cannavaro, Vieri y Çalhanoglu para justificar el comportamiento del delantero belga.
Es difícil, sin embargo, que la Curva Nord decida hacerle este favor al entrenador del Triplete, quien, por su parte, no podrá estar en el banquillo al tener que cumplir la inhabilitación que recibió el pasado fin de semana, cuando fue expulsado a pocos minutos del final del partido contra el Monza.
Gran partido
Cursos y recursos históricos aparte, estos dos desafíos son también cruciales para el presente -y, quién sabe, quizá incluso para el futuro- del campeonato de la Serie A, dado que en ellos se verán las caras cuatro de los siete primeros clasificados.
A pesar de estar en alza tras un inicio de temporada difícil, la Roma no es favorita frente a los líderes: "Son muy fuertes. Deberían ganar el campeonato con 20 puntos de ventaja", fue el envenenado mensaje de amor de The Special One a su antiguo equipo.
Más equilibrado, en cambio, al menos sobre el papel, es el partido de Nápoles. Un domingo bestial que la Juventus disfrutará en la butaca, pero sólo si consigue vencer al Verona en el Stadium la víspera.
